Hush now baby, baby, don’t you cry
Momma’s gonna make all of your nightmares come true
Momma’s gonna put all of her fears into you
Momma’s gonna keep you right here under her wing
“Mother”,The Wall , Pink Floyd, 1979.
Mother (Bong Joon-Ho): película personal, casi íntima, que detrás de su compleja estructura de géneros híbridos encierra una profunda connotación de la relación madre-hijo, en Mother hay una temática edípica con interpretaciones que se construyen desde lo visual y lo actoral. El drama, la comedia negra -casi involuntaria- e incluso la incursión del musical son puestos en función de un guión prolijo con ecos que resuenan entre las secuencias que se desarrollan desde la subjetividad de cada personaje: el punto de vista de la madre protectora encarnada de manera maravillosa por Kim Hye-Ja y su hijo Won Bin ayudan a construir un relato de tensiones con un crescendo dramático cuyo clímax se centra en un thriller con resonancias hitchcocknianas. La culpa, el crecimiento y la sexualidad se filtran como elementos incómodos a los cuales el carácter simbólico de algunos planos y secuencias (la escena del karaoke musical con abogados, los planos detalles de las agujas o los recuerdos de Won Bin) cierran un trabajo de dirección donde la fotografía y el trabajo de cámara, especialmente en planos largos, denotan las cualidades narrativas del virtuoso director de The host. Quizá tenga problemas para cerrar los arcos que va abriendo en función de cada personaje, especialmente sobre el desenlace, pero el film deja en un plano largo en la estación de micros una impresión de desasosiego que transmite con integridad al personaje de una madre desesperada, viendo a su hijo en el umbral del crecimiento, utilizando la excusa de un crimen. Cristian Ariel Mangini
Vikingo (José Campusano): un habitual del festival local, Campusano se ha transformado en uno de los más controvertidos directores a la hora de realizar algún estamento crítico sobre sus trabajos. Su visión estética en torno a la utilización de no actores en función de retratar a un determinado sector social, además de un registro de cámara en mano prácticamente constante y despojado de artificios visuales lo han convertido en el foco de diversas interpretaciones. Aquí hay un trabajo sobre la cultura motoquera desde un sector que pertenece a la periferia y al conurbano bonaerense con todo lo que ello conlleva: los diálogos, los códigos y cada elemento inserto allí fluye con naturalidad gracias a que hay un trabajo de investigación que permite que esa naturalidad exista. Pero se mantienen algunas cuestiones desde la actuación que resultan completamente contraproducentes al dramatismo que pretende construir la trama (el ejemplo más desafortunado involucra el diálogo en torno a la muerte de un personaje), que además resulta tener algunos baches en el empleo de flashbacks, particularmente en el caso de Aguirre, dejando piezas aisladas que no sustentan ni complementan el guión. En el medio el sexo y la violencia son explícitos, y en algunos casos se pueden leer como un regodeo o la exaltación de un determinado tipo de vida, llevando a contrariedades sobre un final que tiene en esa caravana de motos el pasaje más logrado de la película. El resultado es irregular, pero más logrado desde su propuesta que Vil romance. Cristian Ariel Mangini