(Vivimos en el reino de lo amoral)
Quizás valga recordarle a la sociedad y a la clase política que el nombre y apellido del Papa es Jorge Bergoglio. Sí, aquel jesuita que fue arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires y que pudo recorrer sus calles sin custodia, viajando en subte y en colectivos.
Sí, aquel que predicaba desde su púlpito lo mismo que predica hoy como Sumo Pontífice, aquel que recorría las villas sin cámaras de televisión detrás en la búsqueda de más fieles, aquel que recibía a las meretrices y les trasmitía la palabra de Dios, aquel que se metía en los talleres clandestinos en busca de soluciones, aquel que bendijo a pobres y a ricos pero que siempre tuvo debilidad por los más desposeídos, como corresponde a un cristiano.
Pero Jorge Bergoglio, también fue aquel que concurrió al cónclave que eligió al Papa Benedicto, y el actual gobierno argentino se encargó de mandar a Juan Esteban Caselli ex embajador de Menem en el Vaticano y muy a ligado al Cardenal Sandri, a realizar un inmundo lobby en contra de nuestro Cardenal entre los concurrentes al cónclave.
Sí, Jorge Bergoglio es aquel Cardenal que cuando fue papable el gobierno no le demostró su apoyo al Vaticano, es aquel arzobispo al que se le quitó el mérito de dar la misa de conmemoración de nuestra fiesta patria, cuando la misma celebrada en nuestra Catedral porteña fue una rutina inmanente a nuestra tradición y cultura. Fue aquel que no se avergonzó de pedir múltiples audiencias a nuestra Presidente a pesar que de antemano se sabía que no se las concedería.
Bergoglio, es el que el día que fue anunciado Papa dejó sin habla al oficialismo, que esta vez no operó en contra porque lo consideraron como imposible su elección y que después de la misma algunos miserables lo quisieron asociar con muertes en la era del último proceso militar.
Sí, aunque no lo crea, el Papa Bergoglio es el mismo que fue nuestro cardenal y arzobispo, es al que hoy le quieren enseñar “afectuosamente” lo que es el mate, cuando el mismo tiene los dientes medios verdosos de tanto haberlo tomado, es aquel al que se le preguntan casi santificadamente ¿“lo puedo tocar”?, es aquel donde paganamente se lo usa para las fotos de campaña, es aquel donde muchos funcionarios lo invitan a sus ciudades después que la papisa presidente –que no cambió de sexo como la papisa Juana – le demostrara una inmaculada devoción y fe, es aquel que por su condición no rencorosa de ser hombre de Dios permitió que en el protocolo le metieran en sus narices a un intendente del conurbano que pretende ser diputado.
Todo esto y mucho más vivió, y es nuestro ex cardenal y ahora Papa Jorge Bergoglio, sólo es de desear que no se profundice el amoral uso que de él se está haciendo y en un acto de piedad pidamos que Dios los perdone.