Como ocurriera en Bucaramanga y Bogotá (Colombia), Manta (Ecuador) y Capos Do Jordao (Brasil), el número 73 del mundo se quedó, esta vez, con el Challenger de Buenos Aires en el Club Vilas. El marplatense y el de Temperley, que suelen compartir los entrenamientos, disputaron un interesante partido.
El encuentro se definió en tres sets. El primero fue 6-2 para el marplatense que arrancó con todo. Sin embargo, en el segundo, apareció el Gato y se lo llevó 6-3. Se equivocó en un par de games del tercer set y ya Horacio lo pudo definir a su favor: 6-3.
Zeballos tiene 24 años y este fue su año de explosión mientras que Gaudio, con 30 años, está en el final de su carrera y lejos de sus tiempos más brillantes. En la actualidad está 296 en el escalafón mundial.
Al terminar, un exhausto Zeballos, dijo emocionado: “Estoy muy contento de haber ganado un torneo acá en Argentina. Y más a Gastón que es un ícono del tenis argentino y mi ídolo”, le tiró una florería al Gato.
“Mi gente me dijo, disfruta, relájate que es un torneo en Buenos Aires y estás en la final”, confesó que ganó el quinto título del año, el primero en Argentina, sobre ocho finales que disputó y jugó la friolera de 80 partidos este año.
Gaudio, cuando le tocó el micrófono, le agradeció a la gente que lo apoyó y que colmó el Vilas Club: “Quiero agradecerle a la gente que toda la semana me apoyó muchísimo y eso me ayudó un montón”. Después devolvió las flores y dijo sobre el marplatense: “Hay que felicitar a Zeballos que tiene un año increíble y hace tiempo que se lo pierde”. A lo que la gente respondió con un aplauso.
Nacido el 25 de abril de 1985 en Mar del Plata y surgido en el Edison Lawn Tenis de la ciudad, Zeballos llegó al último partido luego de superar en la semifinal al brasileño Julio Silva por un doble 6-3, mientras que Gaudio dejó en el camino a Juan Ignacio Chela por 6-4 y 6-2.
Termina un torneo que arroja la certeza que Gaudio si quiere puede, igualmente el sabor amargo en estos momentos no se lo saca nadie. Para Zeballos es la confirmación de un gran año y, porque no, la confianza que necesitaba para meterse de lleno en el circuito grande.