Por Raúl D. Ciappina
La estación de partida fue la de la Revolución Productiva, sus escalas se llaman Ramal que para ramal que Cierra, Tren Bala, AVE argentino, Estación Shopping, Vias verdes Mar del Plata. Por las venas metálicas del país ya no fluye la savia del progreso, la salud y la industria. Se oxidan en ellas las ilusiones de una generación, el esfuerzo de tantas otras y el porvenir del país de “adentro”. Se resquebraja en cada durmiente el sueño compartido de comunidades enteras. Con el saqueo a cada vieja estación se desguaza la memoria colectiva. Los orgullosos pueblos ferroviarios dejaron lugar a la patota ajusta cuentas, a sueldo de los corruptos. El tren que partió en la década del noventa no detiene su marcha de autodestrucción, las fuerzas naturales inexorables no pueden más que atestiguar la rapiña de los que prometieron progreso, bienestar y crecimiento genuino y en cambio nos dieron crispación, corrupción y revancha. No existe el viaje a la estratósfera para ir a China, tampoco el tren bala a Rosario y Córdoba.Sólo las pocas formaciones crujientes que aún se atreven por las desvencijadas vías dando testimonio de un pasado digno, modelo de desarrollo en una época en la cual los objetivos tenían que ver con una estrategia de nación y no con la acumulación de cuentas bancarias. El tren en su marcha fue recogiendo pasajeros, o mejor cómplices, que desde diversos puntos del arco ideológico coincidieron en el despojo y la aniquilación de un bien estratégico como el transporte ferroviario. Eso sí, sin renunciar a los discursos celebrados en cada oportunidad antes de trasladarse al destartalado vagón comedor en el cual,no obstante, se guardaban de curiosos y de indeseables los manjares para saciar estómagos y bolsillos, acompañados del mejor cosecha nacional.
Nadie parece tener respuestas, todos miran asombrados, muchos ensayan disculpas, otros resignan ideología, pocos se dejan oír, menos aún los que arriesgan ideas. El proyecto nacional y popular del PJ, inexistente. La causa de los desposeídos de la UCR, ausente. El estado del bienestar proletario del Socialismo,olvidado.
Los jóvenes crecimos, los viejos siguieron envejeciendo y los jóvenes de hoy eran niños. Pero el tren sigue siendo el mismo, el que nunca llega, el que deambula en vías muertas, el que atraviesa paisajes sin inmutarse. El que de chicos nos atraía y hoy nos espanta. El tren fantasma.
Se llama falta de voluntad política y pueblo estúpido que vota el mate, el asado, el truco y el fútbol, con eso se conforma. Cuanto más precario y desesperado esté el pueblo, cuanto más ignorante, más miserable y violento, más votará al peronismo por miedo o comodidad, y porque si otro trata de sacar al pueblo de esa situación, será el peronismo quien se lo impida. Hace 40 años que lo venimos viendo. Priman los intereses creados de las empresas de esos bólidos inestables de 2 pisos, por sobre el segurísimo tren.