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Vacaciones en Brasil: las políticas de Milei potencian el aluvión argentino

 

Bajo un sol brillante y el sonido de las olas, Luciano Morei y Gustavo Gavini se relajaban y contemplaban la famosa playa de Copacabana.

Estos amigos son de Buenos Aires, pero se han convertido en visitantes asiduos de la franja de arena más renombrada de Brasil. Para Morei, era su segundo viaje este año, mientras que Gavini ya iba en el cuarto. Y si la política económica argentina no cambia, volverán pronto.

“Cada vez es más barato”, dice Gavini, de 51 años, mientras bebe otra caipirinha a precio módico.

En su país, los argentinos se ven golpeados por las políticas de austeridad y por una inflación de tres dígitos. Pero en el extranjero aprovechan la fortaleza artificial del peso. Codiciados destinos como Brasil y Uruguay se han vuelto tentadoramente baratos para quienes poseen la moneda argentina, atrayendo a multitudes de visitantes del otro lado de la frontera.

La afluencia de veraneantes presagia tiempos difíciles para el sector turístico argentino, mientras los empresarios y operadores de las zonas turísticas vecinas están entusiasmados con las perspectivas que ofrece el inicio de la temporada alta.

Los periódicos locales publican artículos en los que se destacan los descuentos al otro lado de la frontera. Las búsquedas sobre Brasil en el sitio web de viajes Despegar se han disparado, y las empresas que operan los transbordadores entre Buenos Aires y Uruguay informan que los pasajes para la época de Navidad ya están agotados.

Adrián Conde, de 51 años, propietario de Pueblo Tannat, una bodega y restaurante de Carmelo (Uruguay), dice que sus clientes han sido históricamente brasileños y uruguayos. Este año ha observado un aumento del interés de los argentinos, que han comprado casi la mitad de las entradas para su celebración de Año Nuevo, una cena de cinco platos y una fiesta.

Por qué las políticas de Milei alientan los viajes al exterior

El nuevo poder adquisitivo internacional de los argentinos se debe a los esfuerzos del presidente Javier Milei por controlar una inflación crónicamente alta. En años anteriores, la inflación en Argentina iba acompañada de un debilitamiento del peso, al menos en los mercados no oficiales. Pero desde la devaluación a fines de 2023, Milei ha mantenido estable el valor del peso frente al dólar, en parte debido a los controles cambiarios.

Mientras que los precios y los sueldos han subido más de un 110% en lo que va del año, la divisa solo se ha depreciado un 21%, elevando los salarios en dólares, pero haciendo que Argentina se vuelva mucho más cara. Esto ha llevado a los cazadores de gangas a embarcarse en misiones de compras en lugares como Chile y Miami. Y cuando comienza el verano en Sudamérica, la distorsión está alimentando planes de viaje más largos.

Uruguay, conocido como uno de los destinos más caros de la región, se ha vuelto comparativamente barato para veraneantes argentinos como Nicolás Gómez. Mientras tomaba el sol en una playa cercana a Punta del Este con su familia, contó que cuando visitó el mismo balneario el año pasado tenía que estar pendiente de los precios.

“Mis hijas pedían helado y era doloroso”, recuerda Gómez. En este viaje, este dueño de un gimnasio de 37 años se sorprendió al comprobar que las cervezas costaban prácticamente lo mismo o menos que en Argentina. “No me preocupa pedir una segunda”, reconoció.

Pero los argentinos están sacando el máximo partido a su dinero en Brasil. Esta semana, el peso alcanzó el nivel más alto en una década frente al real brasileño, debido a la preocupación de los inversores por las debilitadas finanzas públicas del gobierno de izquierda del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Aprovechando la volatilidad cambiaria, la familia de Gómez reservó sus vacaciones de Carnaval en Florianópolis, una ciudad del sur de Brasil conocida por sus playas de arena blanca. “Brasil va a ser una fiesta”, afirma.

Los números detrás del fenómeno

La fiesta ya empezó. El turismo a Brasil desde Argentina aumentó casi un 32% en octubre, en comparación con el mismo mes del año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec).

Paula Cristi, country manager de Despegar para Argentina, afirma que el aumento se debe en parte a la demanda acumulada de viajes internacionales, que se desplomó durante la pandemia. Eso, combinado con una crisis económica que duró años, hizo que salir al extranjero fuera mucho más difícil.

“La recuperación ha sido un poco más lenta”, sostiene. “Y el destino que más se ha recuperado es Brasil”.

El aeropuerto internacional de Río de Janeiro está repleto de viajeros que llevan botellas térmicas y calabazas utilizadas para beber yerba mate, la amarga bebida nacional argentina. Entre ellos estaba Lourdes Torres, de 25 años, que había llegado de Buenos Aires para pasar 12 días de compras y sol.

Torres quería comprar productos electrónicos y marcas de ropa que son caras en Argentina, como Nike. “Realmente, comprar cualquier cosa a estas alturas vale la pena”, señaló.

La migración estival también está dejando abandonados enclaves de la costa atlántica argentina. Allí, los operadores ya están registrando una caída en el número de visitantes.

“El teléfono no está sonando”, se queja Claudio Jallinsky, de 61 años de edad, propietario y operador del Hotel Alfa en Villa Gesell, una ciudad turística al sureste de Buenos Aires.

Jallinksy suele llenar el 80% de su hotel de 70 habitaciones durante los meses de verano. ¿Pero la ocupación de esta temporada? “Nada”, afirma, y añade que solo un tercio de las habitaciones están reservadas para este periodo.

Los argentinos no son los únicos que están optando por pasar sus vacaciones en otros lugares ante el aumento de los precios. Según el Indec, el número de visitantes internacionales cayó más de un 30% en octubre con respecto al mismo mes del año anterior. Los economistas estiman que la fortaleza relativa del peso será prolongada, lo que significa que la caída no será un bache, sino un surco.

Para los amantes de Brasil como Morei, el bonaerense de 51 años que disfrutaban la playa de Copacabana junto a su amigo, la decisión entre pasar las vacaciones en su país o en el extranjero fue obvia.

“Aquí es más barato, la atención es mejor, las playas son más bonitas y el agua más cálida”, afirma. “No lo pensé dos veces”.

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