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Panorama: Kicillof-Cristina, un quiebre anticipado que abre incógnitas de fondo

(Por Andrés Lavaselli)

La decisión de Axel Kicillof de responder a la acusación de traición que le lanzó Cristina Fernández de Kirchner con críticas que apuntan a su estilo de conducción no solo confirma el hasta hace poco impensable quiebre de la relación política entre ambos: también abre un horizonte de discusión que trasciende la pelea por la presidencia del PJ, con potencial para involucrar al resto del peronismo, incidir en el diseño electoral del año que viene y en el modo en que el Gobernador convivirá con el camporismo-crisitismo en el día a día de su administración.

“La lógica de sometido o traidor entró en crisis”. Esa frase, que Kicillof incrustó en un párrafo en el que defendió a Ricardo Quintela como dirigente, aunque aclaró que no es su candidato al PJ, encierra el planteo de fondo a Cristina que la pelea cara a cara parece hacer propiciado. El resumen que hacen en Gobernación, sería el siguiente: el dedo de la Expresidenta (como cifra de su voluntad como criterio último de todas las decisiones, más allá de lo estrictamente electoral), tanto como los errores de Alberto Fernández, están en el origen del triunfo de Milei y la crisis consecuente del peronismo, irresoluble sin escuchar “con humildad” los “enojos” que ese proceder ha desatado.

Es un planteo que parece trascender la pelea por la presidencia del PJ, pero es germinal. Convive, en la mirada del Gobernador, con una aceptación de que Cristina Kirchner es aún su conductora política. “Lo dejará en claro más temprano que tarde”, dicen en su entorno. Del mismo modo, afirman que si finalmente hay interna, se definirá a favor de Cristina. Aunque ese pronunciamiento es problemático para él: debe ajustar tiempos y contextos, porque no quiere aparecer “clavándole un puñal por la espalda” al riojano. En el relato que hacen en La Plata, a Quintela lo subió a la pelea el kirchnerismo (que incluso envió delegados a la presentación de su reforma constitucional) y ahora son ellos quienes deberían bajarlo. La precisión tiene otro trasfondo: desarmar la idea de que Cristina no quiere que sea candidato para no dejar al PJH en manos de un gobernador, siempre “presionable” por la Casa Rosada.

Una primera conclusión, provisional: Kicillof desplegará una estrategia que presente como “unilateral” la pelea. Solo propiciada por CFK. Encierra la intención de que luzca inoportuna y, en última instancia, funcional a Milei.

Pero más allá de como termine la disputa puntual por el PJ, Kicillof está convencido de que el objetivo de fondo es condicionar su construcción de poder. Debilitarlo. “Si no era el PJ, la excusa hubiese sido otra: hay un plan que comenzó en el acto de Atenas (con el discurso incendiario de Máximo Kirchner en su contra) y ahora Cristina corona”, dicen en un despacho cercanísimo al del Gobernador. Agregan: “quieren que si es candidato, lo sea rogándole el lugar a ella”. Kicillof dijo hace un tiempo a los integrantes de su mesa política: “antes de convertirme en Alberto, me vuelvo al Conicet”. Está claro que es lo que cree que está en juego: si el gana la candidatura o si la hereda.

El cristinismo argumenta que no se trata tanto de eso, como de no debilitar a una dirigente –la Expresdienta- que será condenada en segunda instancia en la causa vialidad  el 13 de noviembre, en una decisión judicial llamativamente adelantada por el diario La Nación. “Podrían pedir su detención”, se alarman. En La Plata responden que el PJ no la blinda contra esa eventualidad  (de la que descreen) y que Kicillof la apoyó en ese punto.

Lo cierto es que la Cristina con su embestida aceleró los tiempos y expuso por anticipado a Kicillof como candidato, algo que el Gobernador quiere retrasar todo lo posible. Ese ese plano, su estrategia es polarizar con Milei y acumular políticamente desde esa posición, sin sufrir el peligros desgaste anticipado que significa calzarse (o que le calcen) el traje de candidato antes de tiempo. Una contralectura que circuló en Gobernación indica la pela “le levanta el precio a Axel”, al posicionarlo como un líder emergente tan importante que obligó a CFK a un despliegue personal para intentar alcanzar objetivos para los que antes le hubiese bastado con mover algunos de sus peones.

Como fuere, el Gobernador persistirá en la construcción de su espacio, con prescindencia de la opinión de CFK y La Cámpora.  Es una apuesta complejísima: ¿transformase en candidato kirchnerista (o que le hable al electorado kirchnerista) contra los deseos de Cristina? Es una de las dimensiones políticas que se abren: Kicillof en principio quedará liberado para explorar contactos que amplíen la composición de su espacio, un movimiento que la figura de Cristina parecía limitar. Sectores peronistas figuran en el listado posible. Hay que recordar que ya el año pasado, el gobernador sondeó loa posibilidad de un acuerdo electoral con la UCR bonaerense.

Desde 1983 para acá, las internas del peronismo en la Provincia fueron varias y se resolvieron de maneras distintas. Mientras no haya reconciliación, el camino que emprende Kicillof parece apelar a la teoría de la “inevitabilidad”: no extremar las posiciones y que cuando llegue el momento sea él la opción con más chances de imponerse y eso termine forzando a Cristina a respaldar. Muchos apelan a ejemplo de Daniel Scioli, más allá de las profundas diferencias de trayectoria y contenido que lo separan de Kicillof (un desafío nacido del seno del mundo K contra uno de un dirigente de ADN menemista), el motonauta fue prácticamente expulsado del kirchnerismo en 2012 por sus devaneos electorales autonomistas y, en 2015, fue candidato del FpV. “Es un símil que no aplica: Axel no está dispuesto a llegar de cualquier modo”, dicen en La Plata. Una advertencia que hace juego con la mención al refugio del Conicet. Puestos a escoger versiones en espejo, en la Gobernación son más maliciosos: miran a una provincia como Santa Cruz: “Acevedo, Sancho, Peralta, hasta Alicia”, todos “limados” desde adentro, advierten. Esa saga de gobernadores acosados por el kirchnerismo que primero los aupó, es mencionada como muestra del contenido familiar que le atribuyen al proyecto cristinista. Traducido: de hasta qué punto la Expresidenta está, también, tratando de asegurar la posición de su hijo Máximo.

Entre los interrogantes que comenzaron a correr con la aceleración de la crisis está la conformación de las listas para el año que viene. ¿Es imaginable una interna? ¿Puede haber listas separadas? Qué ocurrirá tras el explícito reproche de Kicillof a La Cámpora en el documento? Hay que mirar a la Legislatura. ¿Habrá proyectos, como el que aumenta el costo de las indemnizaciones por despidos, impulsados por Máximo contra el pedido explícito del Gobernador? ¿Cómo jugará esa agrupación en debates que requieren dos tercios de los votos, como el del endeudamiento? ¿Y en las designaciones para la Corte? En el Ejecutivo se preparan para un comportamiento “de opositores”. La mención de Kicillof en el documento de respuesta a CFK a los ministros que responden a su hijo (Kreplak, Mena, Saintout o Vilar) también es llamativa. ¿Teme una renuncia masiva como la que le presentaron a Alberto Fernández en su momento? (DIB) AL

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