Hay muchas formas de saber si un equipo es boludo. Veamos…
Si el rival se lo lleva puesto; si el rival le copa la parada al árbitro; si le hacen un gol en offside y no lo protesta; si le echan a un jugador antes del minuto de juego o en el último; si el técnico no saca a un tipo que está amonestado y metió dos o tres foules más luego de la amarilla; si pierde (o empata) partidos que tiene ganados; si siempre entra dormido y le hacen un gol; si a menudo termina con uno menos; si tiene un tipo que mide un metro ochenta y le gana de cabeza un talla baja; si a los 43 ó 44 del segundo tiempo van todos a cabecear con el partido 1-0 a favor, se lo empatan de contra y lo dejan afuera; si compra jugadores y se olvida de anotarlos; si vende jugadores, se los queda a préstamo y no les guarda un cupo; si va desesperado a comprar un jugador, no lo consigue y después sale a declarar que está contento con el plantel que tiene; si dos jugadores están hablando, uno le dice al otro que se quiere ir, los cámaras del club lo filman, los de prensa no lo revisan y encima lo difunden; si dos jugadores están hablando, uno le dice al otro que se quiere ir, los cámaras del club lo filman, los de prensa lo revisan y lo difunden para que hagan mierda al jugador y la mayoría le da la razón al jugador.
El lamento de Martínez por el empate de Boca y por qué era “el partido más importante del año”
A ver, estas son algunas formas nomás. Debe haber decenas, centenas, miles quizá. Si te pasan una o dos de estas cosas, sos un equipo algo boludo; si te pasan tres o cuatro, sos medio boludo; si te pasan todas, son un recontra boludo. Boludo full time. Tremendamente boludo. Boca, lamentablemente para nosotros, sus hinchas que lo vemos y lo sufrimos una o dos veces por semana, está en la última categoría mencionada. Una locura, teniendo en cuenta que a lo largo de la historia, y con distintos técnicos, fuimos bichos, barreros, mañeros, sucios. En estos días, en cambio, nos toca ser los verdes de la película.
Es muy difícil de asegurar, uno no lo conoce tanto, pero en el segundo gol de Estudiantes, el que anuló el Var por offside, Diego Martínez tenía cara de renuncia. ¿Cómo es la cara de renuncia? Es ese gesto de tipo vencido, con los ojos apagados, al que se le cae la cara, con los brazos pesados al costado del cuerpo, que camina para adelante y para atrás sin saber cómo cavar un hoyo en la tierra para desaparecer de una vez y por los siglos de los siglos.
Chiquito Romero reclamó falta en ataque en el gol que sufrió Boca
No puede ser una casualidad, y no lo es, que a Boca siempre le falte algo. Si no entra un gol abajo, entra con diez tipos. Si juega bien, le falta contundencia. Si tiene contundencia, juega mal y no puede aguantar el partido porque no sabe. Otra vez, como tantas, Martínez se quedó con cambios por hacer: ¡tres! No sacó a Giménez, que estaba muerto hacía media hora. No sacó a Merentiel. Tampoco a Medina. Todos ellos estaban gastados, sin aire, les pasaban los rivales casi casi entre las gambas y no los podían frenar. ¿Qué quiere decir que no agote los cambios, si ve algo por el estilo? Claramente, que no confía en lo que tiene. No confiaba antes de que llegaran los “refuerzos” y no confía ahora que llegaron. ¿Qué para con cinco-millones-de-dólares-Aguirre? ¿Le preguntaron a Martínez si le gustaba? ¿Para qué sigue Janson en el plantel? ¿Miramón y Belmonte no están para aguantar los trapos diez minutos? ¿A quién mató Saralegui? ¿Delgado no era tan bueno? ¿Zeballos no era el primer refuerzo?
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Puede parecer que Boca estuvo a diez minutos de ganar el partido (y esto, increíblemente, lo habría dejado a cuatro puntos del líder de la Liga y en zona de Libertadores de la tabla anual). La manera más correcta de verlo es que estuvo a dos centímetros o tres de perderlo. El pedacito de hombro de Fede Fernández que excedió la línea de Rojo. En esa jugada, Luciano Giménez aprovecha el cabezazo de su compañero y anticipa a Romero, que da vuelta la cara en una floja reacción. En el primer gol, salió mal, quedó a mitad de camino, y Cetré (mala semana para Advíncula) la mandó a la red. ¿Por qué se menciona esto de Chiquito? Porque Boca cada vez tiene menos seguridades. Los centrales se le lesionan seguido, Cavani también, el medio se le va desarmando, el arquero no responde como antes ni en los penales, su especialidad. Lejos de mejorar, Boca involuciona. Retrocede casilleros. No aprovecha las posibilidades que se le presentan. Tira el prestigio al tacho. No se puede seguir mucho tiempo más en estas condiciones. ¿Cuál es la solución? Ni idea. Son tantos y tan grandes los problemas que no sabría por dónde empezar. Boca se cae a pedazos. En crisis de identidad y de liderazgo, hace agua por todos lados. Se necesita inteligencia y templanza. Pulso firme. ¿Alguien sabe dónde comprar?