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Un conflicto en la Iglesia argentina lleva a la dimisión de tres obispos y al exilio de un sacerdote

 

 

 

Este viernes el Papa se reunió en el Vaticano con Miros?aw Adamczyk, su nuncio en Buenos Aires, para intentar deshacer el nudo en la Iglesia argentina que ya ha costado la renuncia de tres obispos, el «exilio» de un sacerdote y la irrupción de católicos con pancartas de protesta en la catedral de Mar del Plata. Francisco quiere dejar claro que no admite presiones cuando debe decidir nombramientos.

Esta rocambolesca historia comienza en julio de 2023, cuando designó al entonces arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Para sustituirle, a finales de julio nombró arzobispo a una de las nuevas estrellas de la Iglesia argentina, Gabriel Mestre, quien entonces tenía 54 años y llevaba seis al frente de otra ciudad con nombre parecido, Mar del Plata.

Las curvas comenzaron cuando Francisco buscó un sustituto para Mestre. Mientras el Papa lo elegía, el «consejo presbiterial» nombró «administrador diocesano» al número dos de Mestre, el sacerdote Luis Albóniga, personaje muy relevante en esta historia. Él gobernaría la diócesis hasta que llegara el nuevo obispo. Era una decisión natural y de alguna forma lo señalaba como probable sucesor.

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Pero el 21 de noviembre, Francisco anunció que el nuevo obispo de Mar del Plata sería José María Baliña, de 64 años y hasta entonces auxiliar de Buenos Aires. Sólo tres semanas después, el 13 de diciembre, Baliña anunció que no asumiría el cargo por motivos de salud y personales. «Hace varios meses que vengo luchando con un desprendimiento de retina, con dos operaciones y otra prevista para febrero (aparte de otras situaciones personales y familiares)», se justificó.

Aunque Albóniga aparentemente era el candidato perfecto, Francisco prefirió confiar la diócesis al claretiano Gustavo Manuel Larrazábal, que entonces tenía 62 años y ya era obispo auxiliar de San Juan de Cuyo. La toma de posesión se programó para el 20 de enero, pero tres días antes Larrazábal declinó el nombramiento.

La causa era una filtración publicada en un medio de Mar del Plata: Años antes el nuevo obispo había sido denunciado por una empleada por supuesto acoso laboral y abuso de poder cometidos entre 2007 y 2013. Aunque la denuncia no había prosperado en los tribunales y la nunciatura calificó las acusaciones «sin fundamento», armó tanto ruido que Larrazábal prefirió no tomar posesión.

El diario «La Nación» de Buenos Aires reconduce la filtración del caso desechado por los tribunales a un sector cercano al anterior obispo Gabriel Mestre. Sus partidarios querían que el nuevo obispo fuera su mano derecha, Luis Albóniga. Y parecían decididos a plantar cara.

‘Exiliado’ a 1.900 kilómetros de distancia

Efectivamente, era una opción plausible, pero entonces Francisco prefirió encargar a un «administrador apostólico» que aclarase la situación. En enero confió esta misión a otro obispo auxiliar de Buenos Aires, el jesuita Ernesto Giobando. Y su primera decisión fue enviar a Albóniga muy lejos, a la diócesis de Jujuy, a 1.900 km, la distancia en línea recta entre Madrid y Berlín.

«La Santa Sede a través del Administrador Apostólico informa que el Pbro. Luis Albóniga fue trasladado por un tiempo a la Diócesis de Jujuy, debido a que se realizará un procedimiento canónico relacionado a esclarecer su actuación durante su tarea de administrador diocesano», se anunció a finales de enero.

La medida ha exasperado los ánimos. La prensa local sigue dando voz al «malestar» entre los fieles, y el pasado Martes Santo decenas irrumpieron en la misa crismal de Ernesto Giobando en la catedral y levantaron pancartas de apoyo al sacerdote. «Padre Luis, presente», «Queremos que vuelva el Padre Luis», recitaban.

Sorprendido, el Papa Francisco convocó en el Vaticano a Gabriel Mestre, según la prensa argentina, con la idea de comprender por qué no ha intentado placar los ánimos de sus simpatizantes. Mestre dio cuenta de la conversación en una carta de este lunes. «En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense», comunicó.

con Mestre, ya van tres los obispos que han caído en desgracia con esta historia. El viernes el Papa se reunió en Roma con el nuncio Adamczyk, a ver si consigue salir de este atolladero. La idea es que lo haga antes de la visita que Francisco planea a Argentina y a Uruguay, que podría tener lugar en noviembre o en enero. Con la esperanza de que no renuncien más obispos.

 

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JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL

Corresponsal en el Vaticano

www.abc.es

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