Y finalmente se largó oficialmente lo que es el festival. Un primer día complicado, a los tumbos entre el calor, las reuniones, las convenciones y los eventos deportivos que hablan de una ciudad sumergida en muchedumbres que dan una falsa impresión del tránsito en la ciudad. A quien no lo crea, lo reto a que venga en julio o agosto. Pero la cuestión es que para ser el primer día, el festival movilizó una cantidad importante de gente que se vio en las salas y no sólo en la calle. El trabajo en el sector de prensa se vio más prolijo y ordenado que otros años, con más distribución y espacio, con lo cual a pesar de que resultan inevitables las colas, los amontonamientos o los malentendidos (el típico fulano que no encuentran por tal nombre, o que escribió mal su nombre, o que no tiene medio, o quién sabe), la entrega de las acreditaciones resultó mucho más eficiente que las dos últimas ediciones.
Como se sabe, el puntapié inicial lo da la apertura, con un encuentro donde uno se incluye dentro de una masa de gente en el hall del Auditórium, para luego ingresar a la sala ¿Comida?, chequeado ¿Bebidas?, chequeado también. Desafortunadamente uno tiene poco carácter y lo de comida lo deja pasar por algo más accesible que es la bebida. Seamos claros, alcohol. Para ser claro de vuelta, uno siempre se siente un poco fuera de lugar en este tipo de encuentros y en general resulta reacio a mostrarse cómodo. Por lo tanto, entre actores, directores, periodistas, políticos, lobbystas y organizadores sólo se espera a que comience el acto en cuestión.
Por supuesto, no en el horario previsto. Para ser precisos, con una hora de retraso, es decir, a las 21. Luego de una breve introducción se dio lugar a la presentación, que contó con cinco figuras claves de este festival sobre el escenario: el gobernador Daniel Scioli, el presidente provisional del Senado José Pampuro, la presidente del INCAA Liliana Mazure, el intendente Gustavo Pulti, el presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires Juan Carlos D´Amico y el presidente del festival José Martínez Suárez. El primero en hablar fue D´Amico, que recalcó que se trata de las “bodas de plata” del festival de cine y lamentó que no se pudieran “cumplir los 51 años” debido a los golpes de estado. Afirmó que para “la provincia es un orgullo” y destacó el hecho de que se esté realizando al mismo tiempo que la feria del libro. Definiendo que nos encontramos con “un presente alentador”, el funcionario elogió a las escuelas de cine de todo el país por la filmografía que han entregado en los últimos años.
Por su parte, Pulti insistió con la denominación de “bodas de plata” del festival y destacó la proximidad de este encuentro con otro más próximo: la XX Cumbre Iberoamericana. Además, no escatimó anuncios como el proyecto del Museo de Arte Contemporáneo, que estaría finalizado para el año que viene y que contaría con una estrecha relación con el cine. Scioli manifestó su orgullo de que el festival tuviera su edición 25ª durante el Bicentenario y, debido a las salas que se han estado abriendo en la provincia y en todo el país, subrayó que “es un factor de inclusión”. Además destacó el Oscar obtenido por El secreto de sus ojos y remarcó que esto hace “a la autoestima del país” (?). Luego fue el turno de Martínez Suárez que también elogió el Oscar obtenido por Juan José Campanella y señaló que en este momento “el cine argentino es respetado en todas partes del mundo”. Por otro lado, recordó al director del Teatro Colón, el fallecido Willy Wullich.
Tras una serie de elogios de Graciela Borges a la conducción del festival, y un corto de Clara Zappetini que se trató de un montaje algo desprolijo de obras de la filmografía nacional, habló la presidente del INCAA que destacó que en la grilla del festival “el 40% de las películas son argentinas” y manifestó que el crecimiento en la producción cinematográfica favorece “la libertad de expresión y la creatividad”. Haciendo mención al fallecido Néstor Kirchner y a la presencia de las 12.000 manzaneras, había un video con la producción cinematográfica nacional durante el año -174 películas-, pero debido a inconvenientes técnicos no pudo terminar de proyectarse. Tras despedirse se proyectó la anunciada Somewhere, en un rincón del corazón, de Sofía Coppola.
Y a hablar de cine se ha dicho. La última película de Sofía Coppola es un ejercicio irregular, donde la herramienta que mejor la define es el uso de los tiempos psicológicos con los que se sucede la trama. El Jhonny Marco de un más que aceptable Stephen Dorff vive entre la fama, mujeres, drogas y alcohol, en un mundo que funciona por inercia. A saber: en la película se presenta como algo inevitable donde se concatena una cosa con la otra debido a que se trata de un actor famoso que debe aceptar una forma de vida. Lo del “deber” parte más del punto de vista de la directora y cierta indulgencia autobiográfica que se traslada al personaje de Elle Fanning, Cleo Marco. Es allí donde reside el corazón del film. La joven actriz sostiene con naturalidad los planos más largos, donde se aprecian los momentos en que padre e hija se encuentran a pesar de estar en mundos completamente apartados y aquí está la clave de la película: se nos presenta al mundo de Jhonny como un mundo vertiginoso y superficial hasta que su relación con Cleo le permite observar a su alrededor lo que está sucediendo, lejos de la fama que lo rodea y apreciando actos más cotidianos. Sí, suena a cliché, pero no está mal contado y cuenta con grandes actuaciones, a pesar de que se puede cuestionar la falta de profundidad con la que se describe un entorno que parece más una alegoría que una realidad.
Y se fue el primer día, aunque en verdad sólo es un preludio de la competencia que comienza hoy con L´Illusioniste, de Sylvain Chomet, y Fase 7 de Nicolas Goldbart. No faltará mucho hasta que sepan si son una sorpresa o la confirmación de algo que ya se presentaba promisorio.