La mayoría propia que dispondrá el intendente Guillermo Montenegro en el HCD, vendría de perlas a los efectos de fijar nuevos ingresos producto de la creatividad y por qué no de acuerdos políticos para lograr mayor consenso.
En ese sentido, no habría dudas de seguir el camino que han emprendido las ciudades de Azul y Rosario para abolir el cartel de “No hay plata”, dado que el gobierno de Montenegro puede persistir en permanentes incumplimientos y morosidad en la atención de los servicios que prestan.
No quedarán rutas sin explorar y la disminución de 30 % de su planta política es un vaso de agua en el desierto, cuando se corre el riesgo de no poder hacer frente a los gastos corrientes de funcionamiento. Montenegro ya le pidió fuerzas de seguridad a Patricia Bullrich antes de que asuma y en su momento comprometido con la campaña de Larreta había solicitado recursos especiales para atender la devastada red vial en la ciudad.
Ya hay un antecedente inmediato en un descargo presentado por Cabrales SA: “La pretensión del municipio conculca elementales principios y garantías constitucionales, toda vez que la comuna carece de potestad tributaria para gravar ingresos generados fuera de sus límites territoriales, haciendo operar la TISH como un impuesto al comercio interjurisdiccional y como una auténtica aduana interior, lesionando principalmente el derecho de propiedad que asiste a mi mandante”
