“O actúan coordinadamente o se van”, fue una de las conclusiones, en referencia al papel de la Prefectura Naval Argentina, eje de muchos desencuentros. Justamente no hubo representantes de esa fuerza de seguridad de la que participaron autoridades municipales, policiales a nivel provincial y local, miembros de los foros de seguridad y ONGs, vinculadas a organizaciones de Familiares y Amigos de las Víctimas del Delito y taxistas.
Justamente la PNA estuvo ausente de la reunión, como así también los integrantes del Poder Judicial ( incluida la Fiscalía General), para quienes hubo un párrafo especial del intendente Gustavo Pulti, en la línea de un mayor requerimiento de compromiso, en un discurso que también se desprende del argumento que emana del P.E.N., en torno a la problemática de la inseguridad.
La difícil articulación del poder político, judicial, de seguridad y legislativo, tuvo su embolia en la reunión que finalizó poco antes de las 22.00. Es que Mar del Plata, una vez más, quedó en el centro de la escena, donde todos los esfuerzos acentuados con anuncios oficiales, no logran replegar la ola de delitos, desgraciadamente trágicos que sacuden a los marplatenses.
Ya no es una cuestión de sensaciones, y si así ocurriera, es que el desborde ha tomado estado público de manera irreversible. Parece insuficiente la cantidad de patrulleros o el número de efectivos, en promesas del ingreso de recientes egresados, bajo la figura de“incorporaciones maratónicas”, lo cual en bocas de la policía se torna en una dramática apelación a medidas extraordinarias.