Abriendo mundos, es un espectáculo de Víctor Stivelman que se revela como una reflexión de su propio arte: Stivelman es clown. Así es entonces como Abriendo mundos es una confrontación entre universos: por un lado el del clown, con sus reglas absurdas y excéntricas, y por otro el real, ese tangible que suspende la incredulidad y la convierte en oscuridad. Esta obra se verá mañana a las 21:30 en El galpón de las artes (Jujuy 2755).
Stivelman es un actor porteño que desde muy pequeño tuvo manifestaciones particulares: a los cinco años ya quería ser payaso. Convertido entonces el deseo de ser payaso en un objetivo, Stivelman se formó y terminó convirtiéndose en lo que quería: ahora, con ese conocimiento brinda seminarios (como el que da por estos días en la ciudad) y crear obras como esta.
Abriendo Mundos (o conversaciones encontradas entre la niebla perfecta y un rayo de luna, tal su nombre completo) fue estrenado en 2008 en la Sala Prometeo de la Casa de la Cultura en Quito, Ecuador. Sin embargo, su origen data de comienzos de ese mismo año en Italia: Sitvelman pergeñó este espectáculo como una desenlace de sus años de estudio sobre el arte del clown.
Por más que el clown, que es un paso más allá del payaso, sea visto con cierto desdén y como un arte menor, sostenido por la bufonada, su origen se rastrea desde siglos pasados. De hecho, la comicidad advierte en sus comienzos el juego del cuerpo con el mundo circundante: Buster Keaton o Charles Chaplin en el cine, por ejemplo.
Esa puja constante, que termina revelando el absurdo del mundo tal cual lo conocemos es lo que hace de este, además, un arte político. Abriendo mundos, casi de manera metalingüística apela a esa mirada desde el arte y hacia el mundo. Una propuesta para prestarle atención y evadir prejuicios.