Mirta Menone, investigadora independiente del CONICET, y Gastón Iturburu, investigador asistente del organismo, ambos miembros del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC, CONICET-UNMDP), participan en el grupo de trabajo Calidad del Agua y Niveles Guía para la Protección de la Biodiversidad Acuática, de la Red de evaluación y Monitoreo de Ecosistemas Acuáticos (REM.AQUA-CONICET).
La iniciativa surge en el marco de una Red Institucional Orientada a la Solución de Problemas (RIOSP) del CONICET, que fue creada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS) quien solicitó asesoramiento al CONICET sobre la problemática.
La Red brindó el contexto para desarrollar dos trabajos científicos cuyos objetivos eran obtener y constituir una metodología que permita diseñar niveles guía de diferentes sustancias y detallar su metodología de derivación, para establecer la calidad de agua y así proteger la biodiversidad acuática.
La importancia de los cuerpos de agua para el desarrollo de la vida es indiscutible y por eso el cuidado y preservación de los mismos es una de las mayores preocupaciones mundiales en la actualidad.
La Argentina presenta una amplia variedad de sistemas acuáticos y muchos de ellos se encuentran rodeados por diversas actividades humanas, entre las que se encuentran la minera, petrolera, agropecuaria, industriales, turísticas y también urbanas. La protección de estos ambientes requiere contemplar estas actividades así como las dimensiones geomorfológicas e hidrológicas y las características físico-químicas propias de cada uno.
“Nuestra participación va más allá de un trabajo científico, porque consiste en aplicar nuestros conocimientos en el sector gubernamental, constituyendo una actividad no tan común pero que cada vez se impone más como necesaria. Nuestro grupo de trabajo se ha dedicado a definir niveles guía de calidad de agua que tienen por objeto la protección de la biodiversidad e integridad del ecosistema acuático”, explica la investigadora Mirta Menone.
Los niveles guía de calidad de agua consisten en un valor numérico de concentración de un contaminante que se calcula a partir de experimentos científicos y se convierte entonces en una herramienta indispensable para el cuidado de los cuerpos de agua y la biota que allí se encuentra.
En los trabajos publicados recientemente en la Revista Ecología Austral, los especialistas formaron una metodología para establecer los niveles guía de casi 30 sustancias de diferente origen. “Así, nuestro trabajo se trata particularmente de aplicar conocimientos para la gestión de la calidad del agua de las lagunas y ríos de nuestro país, impactando en estrategias de manejo de los recursos hídricos y en último término en su normativa”, añade Menone.
En concreto, el trabajo de la red se vio reflejado en los artículos: “Calidad del agua y niveles guía para la protección de la biodiversidad acuática. Interacción entre ciencia y gestión” y “Metodología para derivar niveles guía para la protección de la biodiversidad acuática”, ambos publicados en la revista Ecología Austral.
También forman parte de la red el investigador principal Pablo Collins del Instituto Nacional de Limnología (INALI, CONICET, UNL); el investigador adjunto del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM, CONICET-UNLP); la investigadora independiente María V. Amé del Centro de Investigación en Bioquímica Clínica e Inmunología (CIBICI, CONICET-UNC); los investigadores principal e independiente, respectivamente, Fernando Pedrozo y Pedro Temporetti del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA- CONICET, UNComa); el investigador principal Andrés Venturino del Centro de Investigaciones en Toxicología Ambiental y Agrobiotecnología del Comahue (CIITAAC, CONICET UNComa); la licenciada Alejandra Rodríguez en representación del Instituto Nacional del Agua; la licenciada Laura Pertusi de la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica y la doctora Karina Quaíni del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
“Para nosotros este trabajo significa un gran avance tanto profesional como personal, dado que los conocimientos que generamos en el laboratorio pueden aplicarse, y tener un alcance diferente a la publicación científica. Si bien no estamos muy acostumbrados a estas interacciones entre la academia y otros sectores, como el gobierno en este caso, es evidente la sinergia que se produce y es muy satisfactorio”, concluyó la investigadora marplatense.
Fuente: Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata