Al borde de los 90 años, el empresario español Florencio Aldrey Iglesias es cabeza de lanza en el país de la cadena de hoteles NH, maneja La Capital, el principal multimedios de Mar del Plata, y controla el histórico diario La Prensa, un medio que está lejos de sus épocas de influencia pero que -según le han escuchado decir en privado- sostiene porque le permite sentarse en las mesas del poder, recibir publicidad oficial y en definitiva, estar siempre cerca del Estado.
Su etapa de esplendor como lactante del sector público la vivió durante los ocho años de Daniel Scioli como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, donde no sólo fluía la pauta desde la siempre generosa caja bonaerense, sino también avales para nuevos negocios inmobiliarios y comerciales. El actual embajador en Brasil lo considera algo así como un segundo padre y de hecho lo conoce desde sus épocas de motonauta. Tal vez por eso tiene siempre reservada la suite presidencial de su hotel Hermitage cada vez que pisa la Feliz y tal vez por eso se lo ha visto llegar varias veces a las oficinas de Azopardo y Chile que tiene El Gallego, como le dicen al oriundo de La Coruña que arribó a la Argentina en 1949.
Que Aldrey Iglesias y su familia integren la lista de quienes accedieron sin turno y por contactos estrechos con el poder a la vacuna contra el coronavirus mientras por ejemplo la mitad de los trabajadores del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez no se ha logrado inmunizar revela que existe algo más que un vacunatorio VIP para los amigos del ahora ex ministro de Salud, Ginés González García, donde se fortalecieron las defensas para luchar contra la derecha, el neoliberalismo y el lawfare figuras como Horacio Verbitsky, Eduardo Valdes o Jorge Taiana. Porque El Gallego está muy lejos de comulgar con el kirchnerismo y así y todo tuvo sus dosis. ¿Sabrian en el gobierno nacional y popular que Aldrey Iglesias siempre apoyó en su tierra natal nada menos que a Manuel Fraga Iribarne, ministro del dictador Francisco Franco y fundador del Partido Popular de España? ¿Estarían al tanto en el Ministerio de que le estaban dando una vacuna crucial para el personal sanitario a un empresario que desde sus medios se opuso a la legalizacion del aborto, una medida central de salud pública?
Hay que decir que el tipo fue coherente: se opuso a terminar con el aborto clandestino poco antes de optar por aplicarse la Sputnik V en la clandestinidad.
Pero lo grave de la inmunización privilegiada de Aldrey Iglesias es que demuestra que no estamos hablando de “una avivada mas de los progres K” o de mala gestión de “funcionarios que no funcionan” ni mucho menos de algo así como un caso de peronismo gagá protagonizado por el tándem Ginés-Horacio. Lo que vuelve a quedar expuesto es nuestro sistema de salvoconductos con el poder, lubricante del capitalismo de doble fila en el que el que tiene mejor llegada al Estado, gana y en el que un cargo en el Poder Ejecutivo, en la Justicia, en el Congreso, es un privilegio con todas las letras.
Todo se retroalimenta en esa tierra de los ayer funcionarios que hoy son consultores, de los ex subsecretarios de tercera línea que ahora son gerentes de asuntos públicos de corporaciones, esa mugre legitimada del hoy-por-mí-mañana-por-tí del establishment que se aceita con favores sin ideología: un expediente que se acelera, una firma que aparece, un proyecto que se cajonea o –la novedad más repugnante– una vacuna escasa que se consigue fácil.
El tema es que esta vez todo causa más estupor porque el lugar común del sálvese quien pueda se vuelve literal: el que puede acceder a la vacuna, se salva, el que no, se muere. Entonces, los que siempre caminan los pasillos para que ese pliego de licitación se amolde un poco más a lo que puede ofrecer justo su empresa, ¿cómo no van probar a ver si un chat con un burócrata temporario les tiende un puente a la inmunidad en plena pandemia? Los que trajinan despachos para conseguir que el Estado les licúe una deuda, ¿cómo no van a pedir pasar por arriba en el sistema de salud a los simples mortales? Los que operan a todo nivel para zafar de causas judiciales, ¿cómo no van a pasar con el camión por encima a cualquiera con tal de asegurarse sus dosis? Los que hacen lobby para conseguir 5 palos de pauta oficial, ¿cómo no se van a cagar en tu abuelo que está esperando que lo atiendan en el 147 para tener un turno si la carrera es a ver quién sigue vivo?
Jairo Straccia – Perfil