En Pinamar hay una leyenda que se pasa de boca en boca y de generación en generación, como si fuera un secreto pecaminoso que podría ser incomprendido para quien no haya sido parido en estos médanos. La fábula jamás fue escrita, pero a pesar de eso todos los que viven en esta ciudad, especialmente los que tienen roce con el poder, creen que es fervorosamente cierta: lo que pasa en Pinamar, especialmente durante el verano, no se queda solo en Pinamar. Y si a ese mito se le suma otro mito -uno polémico, discutido, misterioso y para muchos oscuro- como es Víctor Stinfale, la combinación solo puede ser explosiva. Y los cálculos no fallan: desde que comenzó la temporada, el balneario Boutique, ubicado sobre la playa de la cual “Energy Group”, la firma del ex abogado de Diego Maradona, es dueña, está en el centro de una tormenta nacional. Y enero todavía no terminó.
Es que todos los grandes desmanes que ocurrieron en Pinamar en lo que va del 2021, y que luego se viralizaron, se ubicaron siempre ahí: un paso más allá de la línea imaginaria -ahora, luego del último incidente, reforzada con vallas-, que separa a lo que es la playa pública de la playa de Stinfale. Las corridas de policías en cuatriciclos, las fiestas clandestinas en la arena, y una brutal pelea entre decenas de jóvenes que terminó con una repudiable agresión a Christian Eche, periodista de Crónica TV, fueron en ese preciso lugar.
Si se le pregunta a Stinfale, que estuvo solo un día en Pinamar casi sin dejarse ver, diría que está lejos de ser su culpa que su playa tenga tanta popularidad y que los jóvenes decidan concentrase frente a ella y que luego se peleen. Los vecinos y empresarios de la ciudad, por el otro lado, están que arden: denuncian favoritismo de parte de la Municipalidad para el abogado, y se quejan de que las imágenes que salen de Boutique para el mundo manchan la reputación de la ciudad. La intendencia, por su parte, juega a la estrategia del diálogo calculado con ambos sectores. El final es dudoso.
Las olas y el viento. Pinamar, igual que toda la costa atlántica, está atravesando una temporada más que atípica. El arrastre de la crisis económica y, sobre todo, la pandemia y las limitaciones que impone, alteraron el verano hasta transformarlo en uno totalmente desconocido. Como si fuera poco, las idas y vueltas oficiales sobre la posibilidad de cancelar de lleno la temporada, luego la idea de imponer un estricto toque de queda que se deformó hasta limitar el horario de la nocturnidad, alteraron el normal funcionamiento del verano. Hasta una tromba marina pasó sobre la ciudad, como si la naturaleza quisiera terminar de confirmar que el 2021 no va a ser un gran año para nadie. Y, en una especie de efecto mariposa -aunque depende a quien se le pregunte esto tiene todo, algo o nada de casualidad-, esta dinámica turbulenta repercutió de lleno sobre la arena de Stinfale.
Eche, el periodista de Crónica, lo puede atestiguar. El martes 19 llegó unos minutos después de las 19:00 a Boutique. Le habían avisado que había lío entre jóvenes y lo fue a cubrir. Las imágenes luego se viralizaron: sobre la playa pública, decenas de turistas, en una batalla campal, se trenzaban a trompadas. Cuando la policía llegó e intentó descomprimir, la situación se desmadró: los efectivos, en cambio de intentar llevar al tumulto -había alrededor de 2000 personas sobre la playa pública, sin respetar ni de cerca la distancia social- hacia el centro de Pinamar, hizo lo contrario, empujando a la turba hacia el sur, hacia el lado de Cariló, y sobre el balneario. Cientos de jóvenes corrieron sobre Boutique -donde continuó la pelea- y hasta se subieron al enorme camión de Speed que está sobre la entrada del parador. En una de esas corridas, pero sobre la parte pública de la playa, Eche sufrió un terrible golpe en el ojo, que quedó hinchado y con mucha sangre. “Los pibes agarraron ese lugar como el lugar para juntarse. Y es terrible, todos los días hay quilombo”, cuenta Eche, que es de la zona.
Aunque en lo que va del 2021 ya había habido polémica alrededor de Boutique, la trompada al periodista saltó la térmica de la ciudad. “El pibe no perdió el ojo de milagro. Acá tenemos muy mala experiencia con ataques a la prensa, sabemos que te arruinan, por lo menos, una temporada”, cuenta el dueño de un balneario vecino, muy enojado con Boutique y Stinfale, y haciendo referencia a la figura de José Luis Cabezas, siempre presente en Pinamar. Un referente empresario, que tiene un hotel emblemático, va incluso más lejos: “Es fácil echarle la culpa al otro, a la gente que se pelea, al Estado que no pone la policía suficiente. Pero ellos tienen responsabilidad, son los que tienen que organizar, y sus antecedentes no son los mejores, no son tipos sanos. Hacen quedar mal a Pinamar”.
Pero las broncas no se detienen con los privados. Muchos empresarios del lugar entienden que, si la playa no fuera de Stinfale sino de cualquier hijo de vecino, los castigos o penalidades serían mucho mayores. “Siempre que Boutique tiene algún quilombo se lo cierran un día y listo, queda ahí. ¿Sabés lo que pasaría acá si se llegan a matar a piñas cientos de pibes o si le llegan a pegar a un periodista?”, asegura, resignado, el dueño de un balneario familiero del norte de Pinamar. Pueblo chico, infierno grande.
En las sombras. Stinfale se mueve con discreción por la ciudad pero no pasa desapercibido. En el 2015 se quedó con el mítico boliche “Ku”, que ni siquiera llegó a abrir. En Pinamar, por lo bajo, explican que eso fue porque la primera temporada con él como dueño coincidió con la tragedia de la Time Warp, a principios del 2016, donde murieron cinco jóvenes y por la cual Stinfale quedó procesado y hasta estuvo un tiempo detenido en el penal de Marcos Paz. “Cuando me vi en la tapa de Noticias me saqué el reloj porque sabía que me iban a venir a detener”, contó luego él mismo, sobre la tapa que sacó esta revista en aquel momento. El abogado lee siempre Noticias.
Hoy Stinfale quedó sobreseído del caso, y si le preguntan siempre repite otra versión: su idea, desde el minuto cero, fue comprar Ku para derribarlo y levantar ahí el primer hotel de lujo sobre la costa de la ciudad. Es un sueño que todavía no concretó, porque, según lo que entiende, hay muchas trabas legales y fiscales para tamaño emprendimiento en esta ciudad. De cualquier manera, en estas primeras semanas del año estuvo más que atento a lo que pasaba en Boutique. Mandó a reforzar con vallas el límite entre su playa y la pública, y contrató diez personas adicionales de seguridad. El dice estar convencido de la inocencia del lugar en los desmanes: hace hincapié en que los líos son en la playa pública, y también remarca el hecho de que hay mucho “público nuevo” -y no deseado-, que vino desde Villa Gesell, que este verano estuvo totalmente cerrado. “A quienes más nos perjudica es a nosotros, la mitad de nuestro público es familiero, y hasta tenemos que gastar plata en seguridad. Da bronca”, dice Rodrigo García, productor de los eventos de Boutique.
Stinfale también estuvo en contacto directo con el intendente local, Martín Yeza. Desde la Municipalidad aseguran que la relación con el dueño de Speed es de “diálogo”, y niegan de tajo cualquier favoritismo. Sí es cierto que varios en aquellas oficinas guardan algún agradecimiento para con Stinfale: al estar el Ku cerrado, los problemas con jóvenes bajaron drásticamente. De cualquier manera está claro que Yeza y los suyos se tomaron los últimos incidentes en serio. Al día siguiente del golpe al periodista militarizaron las playas, poniendo a 400 policías a controlar los accesos y secuestrar cualquier bebida alcohólica, y también emitieron un novedoso decreto que prohíbe el ingreso a la arena con parlantes de música.
Pero ya antes de los incidentes en Boutique venían siendo tiempos muy movidos para Stinfale. Estuvo presente el día que operaron a Maradona -donde se cruzó feo con su doctor, Leopoldo Luque-, fue hasta la casa en donde falleció el astro y organizó el velorio junto a la familia. De hecho, tuvo un rol clave aquella jornada: cuando la turba entró a la Casa Rosada él rescato la Copa del Mundo en el momento en que se la estaban por robar. “Es pesada”, le contó luego a un amigo. Los que lo vieron dicen que estaba consternado: era íntimo de Maradona desde hace más de dos décadas, y fue incluso quien le arrimó al “Diez” a Matías Morla para que lo represente. Con Morla, cuentan, la relación quedó tirante.
A pesar de los golpes, dicen que el abogado sigue siendo bravo. “Esto va a ser noticia porque está Stinfale de por medio, nada más”, fue su reacción cuando vio las imágenes de la pelea. Y, probablemente, no sea la última vez que se hable de él.
Fuente: Noticias