Días atrás se conoció el acuerdo salarial al que llegó el Sindicato de Trabajadores Municipales (STM) con el Gobierno local, un arreglo que fue presentado como algo positivo pero que termina siendo bastante perjudicial para los propios empleados: un porcentaje que queda muy por debajo de la inflación, incluso de lo que han acordado otros sectores, y que muestra al gremio muy alejado de la actitud combativa que ha demostrado en gestiones anteriores.
Durante unos días el STM amenazó con una retención de tareas si no se discutía una actualización del salario. La amenaza duró pocas horas, se disolvió como un suspiro y el arreglo fue casi inmediato: un 10% en diciembre (que sería cobrado en el sueldo de enero), un 5% en febrero y otro 5% en marzo. Muy poco si se tiene en cuenta que la inflación del año terminará arrojando un índice cercano al 38% anual.
Sin embargo, la debilidad del gremio queda en evidencia cuando se recuerda que en lo que va de 2020 el único aumento que tuvieron los trabajadores municipales fue un 5% que ya se había acordado con el gobierno del anterior intendente Carlos Arroyo. Con aquella gestión, se llegaba a amenazar con una retención de actividades ante la simple demora de horas en el depósito del aguinaldo. Pero este año pareciera que los titulares del Sindicato ingresaron en un estado zen que los lleva a tolerar y aguantar.
De más está decir que por la pandemia de coronavirus y las medidas de aislamiento impuestas este fue un año muy difícil. Y como lo han señalado desde la Secretaría de Hacienda, la recaudación impositiva ha caído estrepitosamente: se estiman unos 1.400 millones de pesos menos.
De todos modos, no sería impedimento para que el SMT no haga reclamos: gremios como la UOCRA, UATRE, Petroleros o Mercantiles han alcanzado acuerdos salariales superiores al 30%.
La situación salarial de los trabajadores municipales es tan increíble, que este año quedarán por debajo hasta de los aumentos que han recibido los maltratados jubilados. Ahora sí que los abuelos marplatenses no tendrían que quejarse de nada. Tenemos todo.
Tal vez se pueda argumentar que la débil situación financiera que atraviesa la Municipalidad generó conciencia por parte de los referentes del STM. Que en un año en el que los trabajadores del sector privado vieron peligrar sus fuentes laborales, con mucha gente quedando desempleada (Mar del Plata llegó al histórico récord de 26%), los municipales aceptaron que no era momento de presionar si después de todo el sueldo se cobraba.
Pero conociendo la historia es difícil aceptar estas posibilidades. Más cerca de la verdad se encuentran algunas versiones, que indican que a cambio de cierta tranquilidad para el Departamento Ejecutivo, hubo algunos beneficios para los sindicalistas y se abrieron espacios en el manejo de algunos espacios, como la Secretaría de Educación, con recomposición y devolución de un “statu quo” a afiliados que recobraron adicionales y bonificaciones que habían caído cuando ya formaban parte de ítems fijos en las fórmulas de liquidación de sus haberes. Ahí los afectados tuvieron más provecho que los pobres jubilados en tiempos de esquila.
Si vemos el listado de reencasillamientos nos aclara un poco el “negociado” del STM con el Ejecutivo. Con el N°7382 esta Poli, Matilde; con el N°7456 Irazoqui, Tatiana; con el N°7529 Zacarias, Nahuel; con el N°7697 Chaulet, Melisa; entre otros familiares de la mafia del STM. Como siempre, Gilardi y sus secuaces perjudican a los empleados municipales para acomodar a su parentella.