La cantidad de datos atmosféricos habitualmente obtenidos por los aviones comerciales disminuyó drásticamente. Las consecuencias.
Los datos sobre la temperatura, el viento y la humedad recopilados por los vuelos de las aerolíneas comerciales han caído bruscamente.
La disminución de los viajes aéreos provocada por la pandemia del coronavirus ha reducido drásticamente la cantidad de datos atmosféricos que habitualmente recogen los aviones comerciales, de acuerdo con lo informado el jueves por la Organización Meteorológica Mundial, institución que añadió su “preocupación por el creciente impacto” en los pronósticos meteorológicos de todo el mundo.
El organismo señaló que los datos de temperatura, viento y humedad generados por los vuelos, captados por sensores de los aviones y transmitidos en tiempo real a las organizaciones de predicción meteorológica de todo el mundo, se han reducido casi un 90 % en algunas regiones.
En Estados Unidos? los datos disminuyeron un 75 % durante la pandemia, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de ese país (NOAA, por su sigla en inglés). En vigencia del programa de observación, establecido en los años 60, los datos de 3.500 aeronaves operadas por las aerolíneas Delta, United, American, Southwest y por las transportistas de carga United Parcel Service y FedEx se transmiten directamente a las unidades de pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional.
Christopher Vaccaro, portavoz de la NOAA, afirmó que la caída “no se traduce necesariamente en una merma de la precisión de los pronósticos, ya que los expertos del Servicio Meteorológico Nacional utilizan un conjunto integral de observaciones y guías para elaborar un pronóstico efectivo”. Esto incluye datos de satélites, radares y otros instrumentos terrestres y marítimos y radiosondas, pequeños instrumentos que se lanzan a la atmósfera superior con regularidad cotidiana y proporcionan datos a medida que descienden.
Pero por día se lanzan menos de 200 radiosondas. Las observaciones realizadas desde aviones eran mucho más abundantes, dijo William R. Moninger, físico retirado de la NOAA que ahora trabaja en el Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado. No todos los aviones suministran datos, pero los que lo hacen transmiten lecturas con intervalos de pocos segundos, dependiendo de la altitud, explicó.
En esta época del año pasado, comentó el doctor Moninger, en Estados Unidos los aviones proporcionaban casi 600.000 observaciones cada día. Ahora, con muchos menos vuelos, un día cercano de abril hubo solo 180.000, según afirmó.
Los datos de las observaciones se introducen en modelos informáticos del servicio meteorológico que pronostican las condiciones con varias horas o días de antelación. Actualmente el doctor Moninger y algunos colegas suyos están estudiando si se han visto afectados los pronósticos a corto plazo. “La respuesta rápida es que no hemos visto un impacto inequívoco todavía”, declaró, indicando que aún tienen que completar su análisis.
La Organización Meteorológica Mundial, dependencia de Naciones Unidas que coordina un sistema internacional de observación para 193 naciones miembros, informó que además de los datos de las aeronaves, las observaciones meteorológicas terrestres se han visto afectadas en algunas partes del mundo, entre ellas África y América Central y del Sur, donde muchos instrumentos meteorológicos no están automatizados y deben ser visitados regularmente para obtener las lecturas.
El organismo señaló también que los instrumentos automatizados deberían seguir funcionando bien durante algún tiempo, pero que si la pandemia se prolonga, la falta de mantenimiento y reparación puede convertirse en un problema.
Dijo la agencia además que algunos países, especialmente en Europa, estaban lanzando más radiosondas para compensar en parte la pérdida de datos de las aeronaves.
Los organismos meteorológicos nacionales “se enfrentan a dificultades cada vez más graves como resultado de la pandemia del coronavirus, especialmente en los países en desarrollo”, declaró en un comunicado Petteri Taalas, director general de la institución.
“A medida que nos acercamos a la temporada de huracanes en el Atlántico, la pandemia del Covid-19 plantea una complicación adicional y puede exacerbar los riesgos de múltiples peligros a nivel de un solo país”, agregó.
Vista desde la cabina de un avión utilizado por investigadores meteorológicos para investigar sistemas de tormentas.
Las aerolíneas también utilizan los datos de los aviones para manejar sus operaciones de vuelo diarias tanto en el aire como en los aeropuertos. La observación de las velocidades del viento a altitudes de crucero de 10.000 metros o más, por ejemplo, puede ayudar a planificar las necesidades de reabastecimiento de combustible. Y si las observaciones durante el ascenso o el descenso muestran que es probable que en breve se produzcan condiciones de congelamiento en un aeropuerto, una aerolínea puede ahorrar dinero trasladando algunos aviones a otro lugar.
A veces los datos pueden ser un salvavidas. En un artículo de 2003, el doctor Moninger y otros escribieron sobre un incidente de 1998 en el que un avión que se acercaba a Miami en un vuelo procedente de Europa comunicó por radio que estaba casi sin combustible porque se había encontrado con fuertes vientos en contra. Una rápida consulta de los datos de otros tres aviones mostró una pista alternativa, no muy lejos, con viento más moderado.
Para los pronósticos de un servicio meteorológico, las observaciones durante el despegue y el aterrizaje son especialmente útiles, comentó el doctor Moninger. Los datos se recogen con una frecuencia mayor que a la altitud de crucero: instrumentos de avanzada toman lecturas cada 100 metros entre el suelo y los 10.000 pies (3.300 metros). La recopilación resultante de las lecturas se llama perfil y por lo general hay alrededor de 12.000 perfiles por día. El 23 de marzo de este año hubo 3.500.
Los datos pueden ayudar a los pronosticadores a comprender mejor la estructura vertical de la atmósfera inferior y cómo puede cambiar a corto plazo. “Si se buscan cosas como la probabilidad de tormentas eléctricas, la estructura vertical de la atmósfera es importante”, aseguró el doctor Moninger.
“Supongo que la disminución de datos meteorológicos también puede tener un gran impacto en cuestiones como la predicción de cuándo se va a despejar la niebla”, dijo.
Los expertos en calidad del aire también usan los datos para hacer pronósticos porque pueden ayudarlos a predecir la ocurrencia de reversiones cerca de la superficie, cuando las temperaturas del aire, que normalmente son más cálidas en el suelo, se invierten y se vuelven más elevadas en altitudes mayores. Las inversiones retienen los contaminantes, empeorando así, enormemente, la calidad del aire durante hasta un día o más.