Fue en Mar del Plata, durante un encuentro con los correligionarios que siempre lo acompañaban durante sus visitas a nuestra ciudad. Cada eran menos quienes se mostraban con el ahora embajador argentino en España.
En el Hotel Nuevo Ostende, Ricardo Alfonsín trabajaba con su ineludible debilidad: la política. Ya estaba muy avanzado el acuerdo con CAMBIEMOS y la fórmula exitosa había arrancado con su primera experiencia electoral en esa ciudad cordobesa.
Hacía allí partió la pregunta para el hijo del ex presidente Raúl Alfonsín. “Ricardito”, generalmente atildado, de un trato exquisito, no pudo evitar el malestar evidente que le provocaba la coalición con el PRO, fundamentalmente, por el liderazgo que proponía el ingeniero Mauricio Macri.
“¿Qué es CAMBIEMOS’” reaccionó en 2015, hasta con algún ademán de disgusto, inesperado por cierto, pero que demostró cómo rechazaba el avance institucional de la UCR en el plano electoral, y que luego consagraría al ex presidente de Boca como primer mandatario de la Nación. Rayaba lo intolerable para sus convicciones y fue un cruzado contra los acuerdos con el macrismo.
A Ricardo, lo favoreció para su instalación en la política, la portación del apellido convertido en estandarte a partir de 1983, cuando su padre Raúl Alfonsín encabezó el épico rescate del país, en manos de la dictadura militar que accedió al poder en 1976 tras el Golpe de Estado que derrocó a María Isabel Martínez, viuda del general Juan Domingo Perón.
La llegada de la democracia fue obtenida a través de una campaña, que tuvo como eje central un discurso en el cual se recitaba la Constitución Nacional y con claridad y sensatez se proponía llevar a juicio a los integrantes de las juntas militares, que integraron el denominado Proceso de Reorganización Nacional.
Durante el gobierno de CAMBIEMOS, Ricardo Alfonsín tuvo ofrecimientos concretos para incorporarse al mismo, pero desistió de los mismos. Refirió a una cuestión de Estado, haber aceptado la embajada argentina en España. Casi no tuvo compañía en la UCR, que tomó distancia tanto de la designación como de la aceptación de una embajada de profundas raíces entre los dos países.
Al gobierno de Fernández – Fernández le falta brillo y su integración es una catarata de decepciones, un desfile de funcionarios que habitan los más variados estamentos judiciales por la comisión de delitos vinculados a la corrupción. Tal vez Ricardo Alfonsín, recuerde que en el gobierno de su padre, sólo se mencione como condenado a Juan Carlos Delconte.
La corrupción no ha sido tomada en el caso de Ricardo Alfonsín, como una cuestión de Estado, por supuesto que a título personal, decidió quitarle lustre a la historia. La reprobación que logró en la UCR, lo ha dejado en soledad. Nadie se hizo cargo de esa decisión.
?
O sea, encima de inútil para todo servicio, TRAIDOR…
Vendido
primero saca la foto de tu viejo, te queda grande y segundo por favor llamate a silencio.