Las situaciones sexuales pueden aumentar el estrés de ciertas personas y debido a esto deciden renunciar a tener una vida sexual activa. Quienes se enmarcan en esta tendencia, se denominan “ansiosexuales”.
Al conocer a una persona y sentirse atraída por ella es frecuente tener cierto nerviosismo o ansiedad y la intención de querer satisfacer las expectativas de la otra persona en el ámbito de la intimidad genera estrés.
Además, la propia incertidumbre y el desconocimiento de los gustos en las prácticas sexuales del otro también pueden intervenir en que algunas personas sientan cierta inseguridad o estrés en sus primeros encuentros, sobre todo si no tienen una buena autoestima sexual.
La ansiedad ante una nueva pareja sexual se da por una obligación de resultados, es decir, querer quedar muy bien ante la nueva pareja, aparecer como un buen o buena amante, no defraudarlo o defraudarla. También sucede que muchos piensan más en satisfacer el placer del otro y no el propio y eso puede disparar el mecanismo de ansiedad.
Todo esto le sucede a la mayoría de las personas, sin embargo a una gran parte y cada vez en mayor medida esta ansiedad culmina con una decisión tajante de evitar las relaciones sexuales y elegir en mayor medida la autosatisfacción.
Esta patología suele darse con más frecuencia antes de las primeras relaciones sexuales y en personas adultas después de un periodo de inactividad sexual o de cambio de pareja.