Los cambios en las reglas de juego del langostino patagónico tuvieron en José Moscuzza al principal protagonista.
Hace siete años, “Ojo con los Orosco” sonaba en todas las radios: Pocho, Toto, Cholo, Tom, Moncho, Rodolfo, Otto, Pololo. Los ocho monos que no soportaba León Gieco quedaron en la historia de la música popular.
José “Pototo” Moscuzza quedó afuera de la nómina pero bien podría haber sido incluido. La novela de las nuevas medidas de administración para la pesquería del langostino patagónico que se reformaron luego de más de tres décadas de vigencia tiene su marca en el orillo. Todo por Pototo.
Todo el engendro administrativo que contiene la Resolución 7 que emitió el Consejo Federal Pesquero el jueves pasado tuvo un solo disparador: permitir el ingreso del “José Américo” a la bonanza del langostino. Un barco construido a nuevo a cambio de 8 millones de dólares en las gradas de Armón, Vigo, España, que no encajaba en la legislación vigente. Mide 47 metros de eslora máxima total (debería medir 40) y tiene una potencia superior a las 2000 HP.
Conocidas las reformas, desde todas de las cámaras empresarias marplatenses y patagónicas, que habían rechazado con argumentos diversos la posibilidad de aplicar un nuevo ordenamiento en la pesquería a una semana de habilitar la zafra, se llamaron a silencio.
El barcazo anticipado por algunos armadores fresqueros quedó en amague. Las limitaciones que se aplicaron a la flota de altura marplatense no terminan siendo tan graves. Se achica el tiempo de pesca en 72 horas, pero el año pasado fue tal la abundancia que la mayoría de las mareas duraron un día de pesca.
La reducción de 17 a 15 kilos por cajón de langostino comenzará a aplicarse en la temporada 2019. Hay tiempo suficiente para prorrogarlo en caso que las condiciones cambien o no aparezca un proveedor confiable de los nuevos cajones.
El futuro de Francisco Di Leva es un gran interrogante. Es el representante de la Provincia de Buenos Aires en el Consejo Federal Pesquero. Pese a que tenía el rechazo a los cambios de la mayoría de los sectores que representa –salvo CaIPA/CEPA dominada por Moscuzza, Solimeno y Valastro-, votó a favor de aplicar las nuevas reglas.
Con el hecho consumado no aparece nadie dispuesto a inmolarse y pedir la cabeza, ni de Di Leva ni la de Bosch, que legalizó un acto administrativo plagado de irregularidades, como constituye el permiso de pesca del “José Américo”. Un barco mucho más grande del que informó Moscuzza al momento de iniciar el trámite.
“Si pedimos la cabeza de Bosch es posible que asuma Lisandro”, piensan los armadores que todavía revisan el texto de la Resolución para encontrar pistas de posibles nuevos daños a la pesquería del langostino. Lisandro es Bellarmini, sobrino de “Pototo”.
El permiso de pesca del “José Américo” es un acto administrativo vergonzoso. Nació de una reformulación que involucró al “Mar Azul”, un fresquero que tenía 520 toneladas de especies no cuotificadas y hoy se pudre hundido en el espejo interior del puerto, y el “Victoria del Mar”, un barco potero (pesca calamar) que le “cedió”, milagros de la administración pesquera mediante, vaya a saber cuota de qué recurso. Pero congelado. Todo a instancias de Oscar Fortunato, el representante de Buenos Aires en el CFP aquel diciembre del 2015 cuando se cocinó el permiso. Todo por Pototo.
Dos años y medio después del inicio del trámite llega la frutilla del postre. Cambiemos, los paladines de la transparencia, patean el tablero de la pesquería y generan un acto administrativo que solo genera desequilibrios y privilegios. Todo por Pototo.
Cuando todas las otras reformulaciones de permisos para acceder al langostino llegaron con una reducción del cupo original, con el verso de cuidar la sustentabilidad del recurso, al “José Américo” le dieron 2600 toneladas de “especies no cuotificadas”, que es el eufemismo con que en el CFP denominan al langostino.
Hay un problema más grave que haberle dado miles de toneladas gratis a Santa Cruz y Chubut como premio por mantener cerrado el Golfo San Jorge, algo que ya venían haciendo por recomendaciones del INIDEP.
La puerta que abrió el “José Américo” asoma el nuevo tangonero de Alberto Valastro en sociedad con Newsan. El buque es un poco más chico pero fuera de los límites vigentes hasta el cambio de reglas. Y luego vienen los barcos que Solimeno compró a los uruguayos de Fripur. Y más atrás asoman otro de Moscuzza y otro de Valastro.
Cómo es el blanqueo del “José Américo”. El artículo 2 de la Resolución requiere a la autoridad de aplicación de la Ley Federal de Pesca que “adecue las normas de su competencia a las medidas aprobadas en el Plan de Manejo del Langostino”.
Bosch no puede poner el gancho porque es una norma dictada por su mismo rango. De ahí que sea Guillermo Bernaudo, el secretario de Agricultura, quien estampe los cambios. Derogaran todas las resoluciones vigentes hasta ahora y harán correr la Resolución 7. Antes que termine el mes de Mayo, para tenerlo en la línea de largada cuando se habilite la zafra luego de la prospección.
Los nuevos cambios se olvidaron del actor principal del circo que sostiene a buena parte de la pesca nacional. El cuidado del langostino no figura entre las preocupaciones del Consejo Federal. La Resolución no reviste características de Plan de Manejo por una razón sencilla. No tiene conceptos biológicos, ni objetivos de ningún tipo.
El langostino es un recurso natural renovable. Para que todo el sobreesfuerzo pesquero que se viene aplicado sobre el marisco no quede tan expuesto ante el primer fracaso de reclutamiento de juveniles, deberían tener en la sustentabilidad de la pesquería su misión principal.
Ni siquiera “Pototo” cree en la sobreabundancia eterna del langostino. Será por eso que mandó a construir un barco factoría de 47 metros de eslora. El día que fracase el marisco, Moscuzza tendrá otro congelador para pescar merluza. Cuota le sobra del resto de su flota.
Pototo podría haber entrado en la lista del bueno de León. “No los soporto, Stop. Stop”.
FUENTE: puertodepalos.net