Opinión

Mar del Plata te hace feliz: el turismo como política pública estratégica

Mar del Plata siempre fue considerada la capital nacional del turismo masivo de verano en nuestro país. Así nacieron grandes historias sobre la época de esplendor de la ciudad, sobre el aluvión turístico de las clases trabajadoras a mediados del siglo XX y se fue construyendo el mito de “La feliz”, un destino predilecto y aspiracional para veraneantes de toda la Argentina.

Esa realidad, con el tiempo, empezó a darle a la ciudad otros matices: diferentes generaciones viajaban a Mar del Plata y pasaban aquí 20, 30 o 40 días de verano, aprovechando playas y sierras. Fue la época en que el casino central se convierte en un ícono de la Provincia de Buenos Aires, en la que se filmaron cientos de películas, en la que Mar del Plata dejó de ser solamente un destino de turismo masivo (aunque recibía más visitantes que nunca) y se convirtió en una emoción, en un concepto: Mar del Plata era más que su geografía, era una representación del verano en familia, de la atracción genuinamente popular; era el balneario por excelencia.

Desde hace algún tiempo, los estudiosos del turismo analizan los cambios en las formas en que la gente disfruta de su tiempo libre: se terminaron las vacaciones de un mes en el mismo lugar, se tiene acceso a información muy detallada de servicios, calidad de atención, fotos de hoteles y restaurantes por internet. Se impone la “experiencia” como un criterio clave en el proceso de decisión. La experiencia es un concepto polémico, porque describe muchas cosas diferentes, pero se centra en el vínculo casi personal que las personas tienen con los lugares que visita. Y Mar del Plata no es la excepción: en los últimos años estaba latente la idea de que merecíamos más, de que no estaba la ciudad al tope de sus posibilidades. Circunstancias económicas, políticas y contextuales habían empezado a quitarle el brillo a la experiencia Mar del Plata.

Pero, en los últimos días se conocieron los números de una política pública que nuevamente la puso en el centro de la escena: más de 420 mil marplatenses y turistas pudieron disfrutar de las playas públicas que la Provincia de Buenos Aires instaló en la ciudad. Y este es apenas un aspecto del programa “Mar del Plata te hace feliz”, que incluyó descuentos en hotelería y gastronomía, seguridad en playas y mucho más, desde una perspectiva estratégica.

Un repaso rápido por los datos concretos nos dan muestra de la dimensión de lo que esto representó para muchos turistas: en poco menos de 60 días 170.000 personas tuvieron acceso a una sombrilla gratuita, y otras 150.000 disfrutaron de los servicios en el sector público. Esta vez el Estado garantizó la igualdad para todos, y favoreció a los que menos oportunidades tienen.

Así, la temporada finaliza con un balance muy positivo: mucha gente eligió Mar del Plata, incluso en el mes de febrero, que arrojó números excelentes. La articulación entre lo público y lo privado, tal como había pedido expresamente la gobernadora María Eugenia Vidal, demostró que cuando hay una dirección y reglas de juego claras, los marplatenses podemos hacer mucho por nosotros y por nuestra ciudad.

Algo de aquella Mar del Plata de las emociones se recuperó este año. La prueba es el entusiasmo para encarar la temporada no estival, porque volvimos a entender que se pueden cambiar las cosas. Las nuevas formas de turismo se centran en proponer y construir vivencias inolvidables: estoy seguro que este año Mar del Plata volvió a ser, como antes, un recuerdo imborrable para muchos de los que nos visitaron.

Por Ariel Martínez Bordaisco
Concejal de Gral. Pueyrredon

 

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