La producción de vino crece de manera continua y cada vez, se incrementa el número de viñedos en las sierras.
De esta manera, la ciudad, incluida en las rutas del vino de la provincia de Buenos Aires, se consolida como zona vitivinícola.
Se encuentra influenciada por la altura y las temperaturas que están regidas por la altitud térmica, marcada por dos coeficientes de disminución por altura, uno es a 100 metros por grado y otro a 180 metros/grado. Tandil se conjuga dentro de lo que llaman vitivinicultura marítima, primera y única en Argentina por estar en el lado opuesto al resto, hacia el este a una muy baja latitud (Mendoza está en 33º y Tandil en 37º). La vitivinicultura mundial, en su gran parte, es marítima y no de montaña, como en Italia, Australia, Francia, California, Chile. Entonces, esta tierra serrana viene a ser lo normal dentro de la vitivinicultura mundial.
Cada cepa o variedad de uva, requiere distintas condiciones para su mejor desarrollo. Así hay por ejemplo variedades de ciclo corto, que son aquellas que maduran más temprano, como la Sauvignon Blanc que se adaptan muy bien a climas fríos, y en el otro extremo, variedades de ciclo largo, que necesitan más horas de sol, como la Malbec. Cordón Blanco, es la referencia hoy por hoy, de la vitivinicultura tandilense.
Por el momento la ciudad está capacitada para elaborar vinos jóvenes, es decir, vinos para saborear hoy, con excelente equilibrio, amables y fáciles de beber y disfrutar. Obviamente falta infraestructura y ejercicio, pero es la zona que va a romper el paradigma argentino, aseguran los expertos.
La base química de un buen vino es el Ph, la alta acidez es buena y tiene que ver con la temperatura, con lo que denominan el metabolismo de los ácidos, a lo que hoy se le da una especial importancia. Tandil naturalmente tiene bajo Ph y muy buena acidez, más que en Mendoza por ejemplo, por lo tanto surgen excelentísimos vinos blancos y tintos.