Mascotas

Tandil: voluntarios resocializan a los perros que viven en los caniles de Bromatología

Tres veces por semana, los veinte perros que viven encerrados en los caniles del predio de la Dirección de Bromatología reciben la visita de un grupo de voluntarios que trabaja para reeducarlos. El objetivo del equipo, que guía la veterinaria y especialista en etología Laura Colman, es lograr que los canes estén en condiciones de ser adoptados por alguna familia.

Los voluntarios asisten los martes, jueves y sábados por la mañana. Sacan a los perros de sus habitáculos para que entren en contacto con los humanos, aprendan a obedecer órdenes, pero también a vincularse con sus pares y a realizar ejercicios o tareas.

El proyecto se inició en septiembre del año pasado, una vez que se zanjaron las diferencias entre las asociaciones proteccionistas y las autoridades de la Dirección de Bromatología, y se reflotó la Copecos (Comisión Permanente de Control y Seguimiento de la Ordenanza 7028/96). En ese marco, Laura Colman contó su experiencia en un refugio de Buenos Aires, donde un etólogo rehabilitaba a los perros para luego darlos en adopción.

“Les gustó la idea. A todo esto apareció Franco, un adiestrador que cursa cuarto año de Veterinarias, que trabaja con nosotros. Fue buenísimo, porque no se puede trabajar solo cuando hay que hacer una resocialización. Como mínimo se necesitan dos personas para que cada una se vincule con un perro y después socializarlos”, explicó la veterinaria en el Día del Animal.

Avances y limitaciones

A los caniles de Bromatología llegan los perros con o sin dueños que han mordido a personas, los que ocasionan accidentes al perseguir a las motos y bicicletas, es decir, los que causan disturbios en la vía pública y manifiestan problemas de conducta.

“Cuando llegamos, el caso más complicado era el de un dogo, que ni bien nos acercábamos al canil venía hasta la reja y nos quería comer. Empecé a trabajar yo porque no quería arriesgar a ninguno de los voluntarios. Me llevó un mes la vinculación a través de la reja, hasta que le empecé a dar de comer de la mano y luego, entré al canil”, describió. Al poco tiempo, lo pudo sacar a pasear.

Si bien trabajan con algunos problemas de infraestructura, la premisa es optimizar los recursos. Por ejemplo, los caniles no cuentan con una abertura para que los perros se acostumbren al bozal, pero disponen de otra para introducir la comida. De ese modo, resuelven situaciones aunque sueñan con un nuevo refugio, más moderno, para desarrollar las técnicas de adiestramiento.

Un comentario

  1. Es Zoonosis, no bromatología ¡¡gatos!!

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