La muerte de Melisa Núñez, provocada por una intoxicación ocasionada por phostoxin, sacó a relucir negociados de todo tipo alrededor de las empresas que radicadas alrededor del Puerto Quequén.
La joven de 19 años falleció en el mes de abril del 2015 producto de la filtración de tóxicos vertidos por Shipinsuarence S.A, empresa que se dedicaba a hacer acopio de fósforo de aluminio. A partir de allí, un grupo de vecinos autoconvocados del barrio “Puerto Quequén” empezaron a denunciar los niveles de contaminación y negociados.
La exteriorización del conflicto generó una serie de amenazas de muerte contra los ambientalistas del lugar. “Todo esto comenzó en diciembre cuando un chico de 9 años encontró uno de estos tubos que contienen pastillas de fósforo de aluminio. Luego se encuentra otro tubo con pastillas de phostoxin frente al domicilio donde falleció melisa. A Mónica Conesa, que es una de las caras visibles de los vecinos autoconvocados, le quemaron un chango que usa para trabajar. Todo esto culminó al encontrar una bolsa sobre mi auto, y dentro de la bolsa había una botella con un veneno muy antiguo y prohíbido de utilizar porque era mucho más fuerte de Phostoxin”, indicó al medio Infocielo Hugo Pérez, vecino del lugar y militante socioambiental.
Más allá de las amenazas, la desregulación de las empresas radicadas alrededor del puerto provincial es asombrosa. “Vivimos rodeados de empresas que funcionan en casas que tienen un pequeño cartel que tienen el nombre de la empresa pero que no indica a que se dedican. Una de ellas fue Shipinsuarence S.A que hacía acopio de fósforo de aluminio”, insistó Pérez.
Cabe mencionar que Núñez falleció en abril del año pasado luego de que las cañerías cloacales de un barrio aledaño al puerto explotará despidiendo, a través del agua, fósforo de aluminio. La situación ocurrió luego de que el agua activara el fósforo de aluminio, provocando una pequeña explosión y la generación de una nube que se esparció por el lugar. Tras esto, la empresa en cuestión decidió barrer el fósforo de aluminio hacia las cloacas, lo que generó explosiones en varias casas, entre ellas la de Melisa. “Si nos están amenazando quiere decir que estamos en el camino correcto”, adviertió el necochense.
El rol del Consorcio portuario
Necochea-Quequén tiene una importante ascendencia en la producción agraria y la comercialización de la misma. De hecho los tubos de fósforo se utilizan, entre otras cosas, para evitar que gorgojos e insectos se coman y dañen el cereal que se transporta en los camiones.
El carácter agrícola de su economía, hace que el Consorcio de Puerto Quequén cumpla un rol activo en el debate general sobre la radicación de empresas en la ciudad. Ahora bien, el libre accionar de estas compañías no ha encontrado resistencia alguna por parte de las autoridades del organismo provincial que desde hace varias gestiones se maneja desde la convivencia abierta con los capitales que trabajan alrededor de la actividad agraria y portuaria.
“Desde el Consorcio no se acercaron en absoluto. Siempre se habla de consorcio y ciudad y de un montón de cosas más, se ponen algunos bancos en espacios públicos y algunos arbolitos, y ahí termina el compromiso con la ciudad”, apuntaló Pérez.
¿Quién gestiona el consorcio en la actualidad? El Consorcio del Puerto Quequén es gestionado por Arturo Rojas, exconcejal y mano derecha del titular de la UATRE, Gerònimo Venegas. Este último, uno de los escollos en los primeros meses de gestión de Jorge Elustondo al frente del Ministerio de Producción, fue quien definió rubricar una alianza empresarial desde dichos establecimientos quitándole a los mismos su rol social y de control. De hecho en el Puerto de San Pedro, ubicó al frente de la institución nada más y nada menos que a Horacio Frangi, empresario agropecuario y exgerente de producción de la Cámara de Productores y Empacadores del Norte de la Provincia de Buenos Aires (CAPROEM).
La contaminación de las cereales
Ahora bien, màs allà de la falta de posicionamiento del Consorcio respecto a las problemàticas generadas por estas empresas, lo cierto es que sobre aquellas empresas que por reglamentación interna debe controlar, tampoco lo hace.
A parte de los conflictos con agroquímicos, los barrios aledaños al Puerto Quequèn deben sufrir la contaminación realizadas por las compañías comercializadoras, que parecieran disponer de un autogobierno sin control alguno por parte del Consorcio y el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS).
En el predio portuario se encuentran instaladas la Terminal Quequèn, ACA y Giro Cero, todas apuntadas por los ambientalistas: “Vivimos inmersos en un particulado flotante que es una constante en nuestra vida. Ese particulado trae glifosato, phostoxin y un montón de venenos más que perjudican mucho a la gente. Estamos con una media más alta que la normal respecto al cáncer, estamos con problemas respiratorios y de piel”.