Grieta, palabra de llamativa actualidad pronunciada con total liviandad por periodistas, políticos, sindicalistas y ciudadanos en general, que utilizan como muletilla ante cualquier diferencia de concepto entre dos sectores en pugna.
En primer lugar, esta vulgar metáfora que nos muestra el profundo antagonismo existente en nuestro pueblo, tiene una connotación mucho más profunda y peligrosa que el grueso de la población le da por interpretación. Más bien me inclino a pensar que ya constituye una fractura de límites insospechables y, probablemente, espero equivocarme, insalvables.
En su acepción sociológica reconoce, preponderantemente, cuestiones educacionales que se han ido agravando, consecuentemente, con transgresiones a la ley que se traducen en conductas delictivas y en un indisimulado resentimiento social, hoy en día, de ambas partes.
En la actualidad, podemos inferir que la solución y en cierre de esta inmensa fractura que ya lleva tantos años, es casi imposible sin el triunfo y dominio de una de las partes sobre la otra. Pensemos que es el enfrentamiento de honestos, que aceptan el sometimiento a la Constitución y las leyes, contra delincuentes, que medran con el esfuerzo de todo un pueblo trabajador que sólo anhela paz y bienestar.
Entonces cabe preguntarnos a quién o a quiénes beneficia el mantener esta llaga abierta y con qué fines. La respuesta es obvia.
Hagamos un breve repaso del momento en que finalizó el Proceso de Reorganización Nacional y recordemos el reiterado reclamo de justicia fogoneado por el terrorismo derrotado y los políticos acomodaticios, declarando que sin justicia no iba a haber reconciliación. No sólo no hubo encuentro entre los argentinos sino que, con los pseudo-juicios, tampoco hubo justicia.
En este caso, viendo los 12 vergonzosos años en que la patria estuvo conducida por una gran banda de saqueadores devenidos en políticos, por obra y gracia de un pueblo ignorante e indolente, se reitera el reclamo de justicia a sabiendas que ésta forma parte del mismo tronco delictivo.
Como si esto fuese poco, un ministro de Justicia pide calma porque interpreta que nuestra imagen institucional se verá afectada en el exterior en caso que la ex- presidente vaya a prisión.
Quiero entender que no profundizan más (ya que las pruebas son concluyentes) porque hay integrantes del gobierno actual que han tenido relaciones económicas non sanctas con el poder anterior.
Es por eso que el presidente Macri debe actual con total transparencia, aún a riesgo de tener que poner en evidencia a varios de sus amigos para no esmerilar en apenas cinco meses el crédito otorgado por las urnas. Los ciudadanos de bien sabrán reconocerlo.
Alberto Ercilio Valente