Por Mex Faliero
La magia es un arte que tiene profundas raíces en el imaginario popular. Y hay diversas ramas: prestidigitadores, ilusionistas, escapistas. Haciendo gala de artista completo, el mago Emanuel, tal vez el especialista en grandes shows más reconocido del país, recurre a cada uno de estos tópicos en su nuevo espectáculo Multiplicado, que estrenó anoche en el Teatro Tío Curzio -Colón y la costa-. Y acierta.
Hay trucos con cartas, hay trucos con cosas que aparecen y desaparecen ante nuestros ojos, y también escapes de lugares insólitos. Durante las casi dos horas de espectáculo, el mago se encarga de recordar que, antes que nada, la magia es algo que se ha transmitido de generación en generación: por eso sus citas constantes a un emblema como Houdini.
La puesta en escena de Multiplicado es inteligente: apela al asombro por acumulación, pero de manera gradual. En el arranque, un juego de prestidigitación servirá para que el protagonista recuerde que ese fue uno de sus primeros trucos. Sobre el escenario, se recupera además esa presencia del artista de feria, ese que no sólo seduce con el truco sino además con la palabra.
Emanuel, además, demuestra tener un buen ida y vuelta con la gente, y sobre todo con los chicos. De hecho se da algo llamativo: hay coreografía con señoritas más aptas para el teatro de revista que para este tipo de show; y también en su juego verbal, el mago fusiona un humor que apela tanto a lo infantil como a lo picaresco para adultos. En esa mezcla, hay una especie de encanto naif que le da identidad al espectáculo.
Como decíamos, la puesta en escena de Multiplicado permite observar de manera gradual, también, el avance que ha tenido la magia y la sofisticación de cada truco. Emanuel sale indemne tanto en sus actos más mínimos como en aquellos donde el aporte de la ingeniería sirve para aumentar el asombro del público.
La magia, como arte, no se puede despegar de cierta imaginería vinculada con los avances técnicos y la innovación industrial. De ahí que la aparatología construida refiera constantemente a los metales forjados y la metalurgia vinculada con comienzos del siglo XX, principal época de fascinación de lo humano con la industria.
Es cierto que Emanuel repite aquí varios trucos de anteriores propuestas y que la presencia de Marcelo Iripino como artista invitado, amén de sus grandes dotes de cantante y bailarín, no aporta demasiado y, más aún, rompe el aura místico que se construye alrededor de determinados actos. Pero Multiplicado acierta allí donde debe hacerlo y se erige como uno de los pocos espectáculos nocturnos capaces de ser disfrutados por chicos y adultos.