Tal como reza el refranero popular: “el zorro pierde el pelo pero no las mañas” y sí el Señor intendente Municipal ha perdido, a partir del 10 de diciembre, la “mayoría absoluta” en el Concejo Deliberante, conserva intactas las “mañas”, con las cuales al igual que el Profeta Moisés, dividió las aguas de la oposición, cooptando al bloque Frente Renovador, para que su recauchutado proyecto de creación de la Policía de Prevención local sorteara ese obstáculo.
Después de la bochornosa sesión especial, en la cual a través del presidente de su bloque de concejales, pondría en práctica la metodología de pasar a recurrentes cuartos intermedios para intentar, entre bastidores, dar vuelta el voto de algún concejal o al menos producir alguna baja por cansancio haría una puesta en escena, donde instaría a los presidentes de las bancadas representadas en el HCD y a su Mesa de Dirección, a la voluntad de diálogo y a la búsqueda de consensos.
“Yo entiendo las diferencias políticas pero la inseguridad no las entiende. Por ese motivo, hemos invitado para este lunes 20 a las 9.30, a los presidentes de bloque para tener un diálogo, un diálogo entre marplatenses, equilibrado y respetuoso, para que demos otra oportunidad a este proyecto que es fundamental para Mar del Plata”,instaría, en un alarde de su habitual retoricismo bifronte.
Y así fue como, ese mismo lunes tras el encuentro, comenzó el primer acto de la parodia en la Comisión de Legislación. Sucediéndose cuartos intermedios y negociaciones paralelas en las sombras que se tradujeron en el corrimiento de los horarios acordados, en las vísperas, para volver del cuarto intermedio. Al cabo de esa semana, caería el telón del primer acto, con dos despachos.
El segundo y último acto de la parodia comenzaría el miércoles de la semana pasada, replicándose los cuartos intermedios, durante los cuales el bloque oficialista se esfumaría del recinto, mientras los periodistas, los empleados del Concejo Deliberante y el resto de los concejales éramos sometidos a la “amansadora”.
Es decir a un plantón interminable, extenuante, exasperante y, por cierto, inexplicable, durante el cual el Señor Intendente, al igual que un titiritero, guardaba en el arcón del cuarto piso del HCD a su bancada, mientras en su despacho impartía instrucciones al adlátere que la preside, y nadie sabía que estaba sucediendo, aunque podíamos intuir que la historia pasaba sobre nuestras cabezas, como si fuésemos alambres caídos y menoscabados.
Así transcurrieron las jornadas de sesiones especiales y de comisión, de quienes estábamos en ese recinto o en la sala de comisiones dando vueltas, saliendo al balcón a tomar aire o a fumar un cigarrillo, o buscando en los pasillos alguna explicación al acertijo de la falta de respeto y consideración de que éramos objeto, tanto quienes realizábamos la cobertura periodística, así como los empleados del Concejo Deliberante y aquellos concejales que se habían tomado en serio la exhortación del Sr. Intendente a “un diálogo equilibrado y respetuoso”.
Pero como el zorro pierde el pelo pero no las mañas, en otra tragicómica puesta en escena, pues entre bastidores ya había logrado la aquiescencia de un bloque político para salirse con las suyas y a su manera, ese mismo Sr. Intendente le reclamaría, irónicamente, “coherencia” al Honorable Concejo Deliberante, de cara al desenlace previsible de una bochornosa sesión especial, que daría a luz a una Policía de Prevención Local, gestada entre las sombras mientras nuestro tiempo se consumía en la amansadora…