Ni S. S. Francisco sabe cómo y cuándo terminará el régimen… de allí su renovada preocupación por la Patria chica que lo vio nacer.
Tras la cadena nacional del ritualismo cristinista el martes pasado, en alusión a la inconstitucional aprobación por la “escribanía congresista” del supuesto nuevo Código Civil y Comercial de la Nación que regirá nuestras vidas desde la concepción (ya no dice en el seno materno) hasta la posterioridad de nuestra existencia, la República toda ha debido soportar atropellos diarios que nos hacen a todos nosotros recipiendarios de la violación sistemática de nuestros derechos en cabeza de nuestros prójimos.
Aunque el nacimiento de la probeta “Código Civil Lorenzetti-Highton” está proyectado para el 1 de enero de 2016, pocos juristas de nota auguran que tal malhabida concepción jurídica distante con la hermenéutica que nos legara Dalmacio Vélez Sarsfield en 1871. Cualquier principiante del derecho podrá notar la ambigüedad en la redacción de sus artículos que, en lugar de allanar conceptos los hace difusos en su interpretación y pasibles de generar incongruencias jurídicas que concluirán con la interpretación de tribunales superiores a los jueces que debieran aplicarlos con criterio lato.
Pero ello sólo fue el comienzo de la sinrazón de una semana que pinta al régimen en retirada tal cual es; despótico, violento y constante violador de las sustanciales garantías constitucionales.
Así conocimos las características del nuevo Documento Nacional de Identidad que regirá desde el 1 de enero de 2015. Tendremos un verdadero “chip” de seguimiento personal en nuestros bolsillos; así el Estado a través de la Base Nacional de Datos Biométricos (SIBIOS), de uso policial irrestricto podrá controlar la vigilancia y control en tiempo real de nuestros movimientos y el de nuestros familiares del grupo conviviente primario, algo que sólo por consejo de Putin a Milani se le puede haber ocurrido desarrollar al cuestionado Florencio Randazzo.
Esta supuesta modernidad en la documentación personal viola insanablemente el artículo 19 de la Constitución Nacional que garantiza el derecho a la privacidad de los habitantes del suelo argentino.
Como si lo destacado precedentemente fuera sólo un dato de color, el jueves comenzó la embestida final del régimen contra la libertad de expresión que no abunda en nuestro país. Decidieron reabrir el “frente Magnetto” en persona del servil stalinista Martín Sabbatella y su “mayoría automática” de cinco miembros contra dos en el directorio de la Autoridad federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (A.F.S.C.A.).
Consumó el hecho que abre el camino a la intervención estatal del “Grupo Clarín” al negarle “de cujus” (de cuajo) toda actuación recursiva ante la supuesta “falta de adecuación” de la corporación que ya había planteado su subdivisión en seis empresas en tiempo y forma.
Hecho que jurídicamente, al igual que la instauración del nuevo Código Civil y Comercial, no llegará a producirse merced al abuso de derecho proveniente del poder administrador frente a un grupo empresario que supo adaptarse a la constitucionalidad de la “ley de miedos K”.
Mientras Sabbatella reunía en sesión especial, sin agenda previa, al directorio de la A.F.S.C.A, Marcelo Longobardi recibía el mensaje mafioso que completada la escena fantasmagórica más cercana a la “Rusia putinesca” que a la América latina que nos rodea.
No podía faltar Jorge Capitanich en su opaco papel de “Chirolita siglo XXI” al acusar a la oposición que defendió la libertad de expresión vulnerada como “empleados de grupos económicos que quieren destruir la inclusión social, la industria y el empleo” (sic) de la década ultrajada.
Todo ello acompañado por la creación del “Sistema Federal de Medición de Audiencias” (el INDEK de los medios) que seguramente ubicará a los programas de “Russia Today” y sus estepas siberianas como cárceles del pensamiento muy cercanas a cualquier River-Boca.
Nada mejor que una video conferencia entre C.F.K. y el ex jefe de la K.G.B., el neostalinista Vladimir Putin para cerrar una triste semana en materia de libre expresión.
Hemos recalado durante 517 semanas de editoriales en la flagrante repugnancia hacia la plena vigencia de la democracia republicana por parte del régimen kirchnerista, que retoma su virulencia a medida que se le acorta el tiempo de poder omnímodo del que ha abusado repetidamente.
Porque la preocupación del Papa Francisco –entre tantas otras de mayor importancia- es lograr la pacífica retirada de la “asociación ilícita gobernante” que más que luchar por su sobrevivencia política día a día desespera en el oscuro futuro judicial que les espera.
Cierre un segundo sus ojos y trate de imaginar a C.F.K. entregando la banda presidencial formalmente el 10 de diciembre de 2015 a un presidente no afín al régimen.
¿Usted puede verlo?…lamentablemente yo no.
Por Humberto Bonanata
La Prensa Popular