El Shopping Nueva Terminal
Las circunstancias que están rodeando la habilitación de la nueva terminal del ómnibus, deberían inscribirse dentro de los capítulos políticos más grotescos de la ciudad en toda su historia. Precisamente porque una aspiración legítima a la que muchos le dedicaron esfuerzos, tiempo y dinero, se ha bastardeado su concreción y no con los mejores fines.
Dos negocios sobre espacios públicos.
Todo vendría a cuento, sino fuera porque un integrante del gabinete de Gustavo Pulti, encendió las rojas de alarma roja. Si hay algo que no se puede decir es que el arquitecto José Luis Castorina no sabía de qué estaba hablando. Sin embargo, rápidamente todo quedó a la luz. Terrenos gratis, un tinglado seguramente que financiado, una concesión digitada y a cobrar por el estacionamiento a clientes cautivos. Y ahora ir por el “deshabitado” edificio, para cerrar el circuito económico de las “inversiones”.
Una falta de respeto
Los primeros pasajeros que a partir de mañana lleguen a 9 de Julio y San Juan, se verán sorprendidos ante la precariedad y la improvisación. No serán pocos los sorprendidos que irán a Alberti y Las Heras, como tampoco los que lleguen sepan dónde están, al encontrarse tapiado el frente sobre la Avenida Luro.
Un capítulo negro
Alguien imagina que una estación de colectivos de larga distancia, no cuente con los adecuados servicios de Internet. Que no exista una capacidad eléctrica adecuada. Que no haya aire acondicionado ni calefacción ni baños suficientes ni instalaciones modernas para equipajes y encomiendas. Alguien imagina que se inunde con cuatro gotas locas, que lo pasajeros deban ascender y descender bajo la lluvia. No hace falta imaginarlo hay que ir y comprobarlo.
Los disciplinaron a todos
Una vez que todos estos vicios e irregularidades de construcción fueron constatados por sindicalistas, empresarios y autoridades municipales, se los disciplinó a todos en una sede del gobierno nacional. A la UTA en primer lugar le advirtieron que no hicieran más ruido con el tema, porque comprometía políticamente al gobierno provincial y nacional.
Los deberes sin hacer
Pulti se puso el casco amarillo varias veces para las fotos en el lugar. Pero hace una semana la municipalidad, no tenía definido ni las entradas ni las salidas ni el ensanche de Libertad, como tampoco el cambio de mano de la calle Misiones. O si lo tenía definido no tenía plata, corolario un desembolso para encarar trabajos que ya deberían estar listos.
No hay sala de espera
Según la recorrida efectuada por el lugar, no está prevista una sala de espera, lo cual es una invitación al consumo en los café restaurante del concesionario Néstor Otero, quien no casualmente trató a los pasajeros de clientes y no de usuarios, desnudando su mentalidad de captación de consumidores en el lugar, es decir su caja junto a los alquileres de locales, boleterías, dársenas, playa de estacionamiento etc.
“Manu militari” con los santiagueños
Otero, que tomó “manu militari” con la Gendarmería Nacional un emprendimiento similar en Santiago del Estero, de la mano de Ricardo Jaime, en esta oportunidad tiene como socio estratégico a Florencio Aldrey Iglesias, un dúo que se las trae. Además, Otero está expandiendo proyectos similares en muchas ciudades del país, con una matriz que evidentemente le ha dado resultados.
Se fue despavorido
Cuando Otero tomó cabal conocimiento, sobre el estado de las obras y la imposibilidad de inaugurar, salió despavorido a tocar pito en la Secretaría de Transporte de la Nación, a la cual se convocó a las partes para poner la mejor onda, trasladarse a cómo venga, sin reparar los perjuicios que se puedan ocasionar y quien deberá responder sobre ellos.
No todo está tan atado
En medio de semejante improvisación, por supuesto que no han sido contemplados, los derechos de concesionarios de la actual terminal y otros afectados. Esta es la decisión sin medir las consecuencias. Únicamente se pueden levantar sospechas, ante semejante apuro, sólo el sentido común indica que después de décadas, sólo unos meses más para habilitarla, hubiera sido lo más responsable. Lo que ocurre es con lo recaudado en los meses de temporada alta, se está recuperando toda la inversión, luego hay 30 años más de concesión, para hacer más lucrativo el negocio. ¿Cómo era lo de la década del ’90? El mismo pero con diferente collar.