La foto, me hizo pensar en muchas cosas, como un símbolo. La imagen que acompaña la nota proviene de Milán (Italia). Esto es lo que se ve en las paradas del transporte urbano. Se anuncia la próxima llegada de tal o cual micro, con los minutos en que tardará en llegar al lugar donde uno espera. Sueños de aquellos que aspiramos al orden, tanto en el lamentable tránsito como en el transporte. Nosotros, en tanto, en esto, el cambio es el nuevo maquillaje de los micros. Pero, claro, para llegar al cambio efectivo habría que arreglar varias cosas. Sí, por un lado la seguridad del instrumental. Bueno, primero las personas y en esto lo temible está a la vuelta de la esquina, de cualquiera y cada vez más seguido. En el centro o en los barrios. ¿Qué pasaría entonces con los pobres carteles? Por eso, no hacen falta parches, hace falta planificación que no nos pueden hacer creer que aparece ahora cuando hay demasiado tiempo de gobierno y de errores ¿Y antes que se planificó para llegar a esto?
¿Se imaginan ustedes saber nosotros y los que nos visitan en qué momento uno tomará el micro? Eso sí, nos vanagloriamos de la ciudad turística por excelencia, la que tanto amamos pero destruimos con cada patrimonio que tiramos. Pero todo se “prepara” al nivel de lo que estamos acostumbrados los argentinos, a esperar. No somos como en otros lugares del planeta. Aquí somos pacientes en todos los sentidos, hasta en la salud pública o privada. Pacientes en calidad de posibles enfermos y, por si fuera poco, pacientes por las demoras… y entonces bancátela, como buen paciente, por partida doble. Eso sí, seamos justos, con las excepciones, pero vivimos tanto una cosa como la otra, alguna más que otra y siempre gana la que no nos favorece.
En cuanto a las recientes historias municipales que ha expuesto este medio sobradamente. Denuncias de que hay déficit. Aclaraciones poco claras de que no. Pero vamos a las pruebas del problema. Depósito adelantado de 10 millones de pesos por una empresa, para pagar sueldos comunales sobre el filo del conflicto. Y la prueba más concreta. Lo acontecido con Obras Sanitarias y la necesidad de que salga con su presupuesto a pagar lo que tendría haber aportado genuinamente el gobierno provincial o en todo caso el municipal con fondos que deberían haber sido destinados a este fin pero se gastaron en otros menesteres. Dinero del vecino que no recuperará. Plata que el contribuyente pagó a la provincia, a la comuna, para la educación y que sin embargo también le sacan graciosamente desde OSSE. Tal como otros rubros, mediante su factura, que no son destinados a los fines específicos de la empresa de servicios sanitarios.
Y si volvemos al tránsito y al transporte. Lo del tránsito, ni hablar. Está al salir a la calle y si no salimos lo que nos cuentan los medios. Y lo del deseado transporte, lo de nuestro inicio, por supuesto, con inversión e imaginación, y entonces uniendo una cosa y otra. Quizás el asunto esté en observar si algo le quedó a Obras Sanitarias. Y sí queda, diciéndolo con seguridad por haber trabajado ahí. Algo mucho le queda. Su personal de carrera. Y esto va más allá de la gratuita descalificación del concejal Ariel Ciano a alguien que tiene un apellido histórico en la empresa municipal, de tal manera que, por su padre, la sede central se identificó con su nombre. La descalificación vino con un “es militante político”, como si él no lo fuera. Como si el otro no tuviera derecho a serlo. Parece que en la actual Argentina se ha contagiado lo de que el que piensa distinto no tiene derecho a exponer en virtud de ser un traidor a la patria ya que no comulga con los mismos pensamientos y acciones. Todo lo que comprenderíamos mucho mejor si nos pudieran
explicar cómo se pueden hacer más ricos en función de gobierno, cuando el discurso es “distribución de la riqueza”.
Pero volviendo a lo nuestro aunque esté ligado a lo anterior. En definitiva, si las cosas le van mal a la comuna y lo tiene que arreglar Obras Sanitarias, quizás lo que haría falta es pedir prestado algo de su personal, aunque más no sea por un tiempo y dejar sin “becas” a funcionarios que no responden en la sintonía de lo que necesita la ciudad.
Transporte, tránsito, comuna, Obras Sanitarias, salud, seguridad, nuevos e inexplicables ricos, etc. Bueno, en síntesis, esto resultó como una charla de mamados producto de ese cóctel explosivo que nos dan a beber obligadamente todos los días los buitres internacionales y los propios. No dejemos afuera a ninguno.
Y para no terminar este deambular por problemas sólo como un diagnóstico negativo. Pensemos en que podemos dejar de tomar ese brebaje, no escapándole a la realidad, haciéndonos cargo de ella. Volver cada uno a la sobriedad, salir del delirium tremens que nos proponen de un lado y otro, recuperar la verticalidad y saber exigir y elegir propuestas superadoras y porque no, también sugiriendo como simples ciudadanos. Una vez más recordemos a Francisco, “hagan lío”. Entonces, quizás será necesario que dejemos de ser pacientes haciendo lio para salir del quilombo institucionalizado y que logremos saber, con seguridad, cuándo pasará el próximo micro.
MIGUEL TOSCANO
cuanto duraria un cartel indicador como esos en cualquier calle de cualquier lugar del pais.
O te lo roban o lo destrozan.