Si Daniel Scioli dice voy a esperar que decide el presidente de la Nación, Alberto Fernández, indefectiblemente está esperando que AF camine hacia la deserción, para definir si intentará nuevamente alcanzar la primera magistratura, que se frustró por muy poco en 2015, cuando fue derrotado por Mauricio Macri.
Scioli salió indemne de su gobernación merced a que su sucesora María Eugenia Vidal sólo lo mortificó con un “Nos dejó una provincia que nos duele”, mientras el fiscal Álvaro Garganta acumulaba expedientes para investigarlo. Vidal, hoy híper cuestionada y relegada políticamente, actuó como encubridora de Scioli ya que no impulsó ninguna iniciativa para que se investigue el origen de los fondos de la campaña Scioli Presidente, en especial los recursos que en tal sentido manejo Karina Rabollini. Vidal además se rodeó de integrantes del gabinete de Daniel Scioli.
En su reciente visita a nuestra ciudad, cerca suyo sostienen que le fue “muy bien” y que a quienes le preguntaron por 2023-como empresarios con los que se juntó luego de recorrer el puerto-les confesó que “no hará nada hasta que Alberto decida si va por la reelección. Si él decide no ir, comenzará a prepararse”, murmuraron testigos de esas charlas.
Se sabe que Daniel Scioli tiene especial devoción por Mar del Plata, ciudad que lo vio crecer en la política, y que siempre representó para el actual embajador en Brasil un “termómetro” de su imagen en la calle nacional. Lo cierto es que el ex gobernador estuvo la semana pasada recorriendo las playas marplatenses, trotó y se sacó fotos con quien quiso acercarse, siempre con su mirada de “fe y optimismo” y a pesar de la pandemia y las trabadas negociaciones con el FMI.
Lucas, un cuidador de autos de sus épocas de motonauta y una ex clienta del local familiar de electrodomésticos fueron sólo algunos de los que se acercaron, antes de que el “Pichichi” aprovechara para darse un chapuzón sin custodia en la playa Bristol, señala la calificada columna de Jaime Rosemberg en La Nación.