Nuevamente la Argentina se conmociona a través de un hecho policial que alcanza ribetes políticos excepcionales y que nos retrotrae a épocas que ya se creían superadas: el tirar cadáveres en la mesa de los gobernantes sin que se conozca exactamente el origen y los responsables de los mismos.
Poco importa ya determinar si como dijo en principio la presidente Fernández el hecho era resultado de un suicidio o, como lo afirmara después, lo acontecido había sido un homicidio doloso. También es cierto que las pocas felices declaraciones del superpoderoso Comisario Berni o del otrora ministro del Interior y Jefe de la Federal Aníbal Fernández embarraron la cancha y trataron de direccionar la investigación que lleva la Fiscal Fein. Tampoco resulta hoy prioritario determinar si los autores del hecho actuaron en zonas liberadas o se movieron en un inaudito despliegue de autoridad operativa tipo comando.
Lo que si es cierto que hoy más que nunca la sociedad argentina necesita esclarecer este siniestro suceso y permitir que la investigación se realice con absoluta independencia y con niveles de profundidad que hoy se desconocen. Por decirlo en palabras llanas “hay que rascar bien a fondo” y “hacer una cirugía mayor” que definitivamente aleje de la mente y del espíritu de los argentinos la idea de que el que mata si es poderoso queda impune.
Más que nunca hoy vale aplicar el precepto de “el que las hace las paga” y que por más poder qua se observe ,los ejecutores de actos delictivos – cualquiera sea su nivel – deben estar sujetos a pagar sus responsabilidades. No más López, no más AMIAs, no más Nisman son consignas muy claras que están presentes en la convocatoria que un reducido grupo de Fiscales Federales que actúan en Comodoro Py hacen al resto de sus colegas y a todos los ciudadanos en general.
Sin banderas, ni consignas político-partidarias, en un respetuoso pero profundo silencio se hace la convocatoria. Es de esperar que respondan a esta convocatoria también los fiscales de Mar del Plata como Daniel Adler del fuero Federal o Fabián Fernández Garello de la Justicia Provincial, convertidos en símbolos de lo que el Poder Judicial y pueblo de Mar del Plata quieren expresar ante el asesinato de Alberto Nisman.
No más impunidad, libre investigación del hecho, rechazo a la injerencia de los servicios de Inteligencia en el Poder Judicial y en definitiva, si a la Paz, si al Castigo de los hacedores de este atroz crimen, si a una Justicia Independiente. En suma, si a más Democracia, si a más libertad, si a más participación del pueblo y del Poder Judicial en cuanto al esclarecimiento de los hechos delictivos, fueran quienes fueran sus autores .De así hacerlo, SERA JUSTICIA.
Eduardo Luis Andriotti Romanin
Precandidato Gobernador Pcia. Bs. As.
Me pregunto -y lamento anticipadamente- si algo le sucedió a la salud de Romanín o si a su habitual comportamiento un tanto…digamos excéntrico, ahora le ha agregado un componente de mala intención. Un hombre que se supone de derecho, que en su misma nota reclama un nivel de justicia “con niveles de profundidad que se desconocen”, negando de antemano la idea de igualdad ante la ley, no puede ignorar algunos conceptos inherentes a la administración judicial.
Uno de ellos, casi de estudiante de abogacía, es que “todo lo que no figura en la causa, no existe”. No importan los trascendidos, las versiones, los whatsapp ni las afirmaciones antojadizas hechas en un estudio de televisión. Si no está en la causa, no existe. Ahora bien, Romanín, da por establecido que el hecho fue un asesinato y reclama pomposamente castigos ejemplares.
Sin embargo, en la causa con sus datos duros y no contaminados por lo que dicen todo el tiempo los medios, nada hace pensar hasta ahora que el hecho no se trate de un suicidio. Lo deslizó varias veces la fiscal a cargo, y si el suicida se hubiera llamado Juan Pérez, la causa ya estaría achivada. La exesposa de Nisman, también jueza federal, ni siquiera pidió una segunda autopsia y se limitó a contratar dos peritos de parte de prestigio que hasta ahora, no han desmentido ni criticado lo actuado. Tal vez Romanín por algún tipo de azar conoce datos de la causa que le permiten dudar. Por lo tanto, en tren de fundamentar sus disparates, bien podría citarlos.
Pese a todo, Romanín habla de “autores” del hecho, “grupos comando”, “el que las hace las paga”, lo cual constituye una suerte de delirio preocupante o de un intento de buscar auspiciantes para su precandidatura.
Romanín no hace otra cosa que convocar a una marcha en la que están cifradas sus esperanzas. No le importa Nisman, ni la AMIA, ni la justicia. Sólo siente vértigo si las cosas no llegan a salir como espera.
Romanín integra la lamentable nómina de quienes desde espacios que se dicen progresistas, que le mienten al pueblo sobre esa condición y en nombre de principios republicanos y buenas intenciones, despotrican contra figuras como Milani y pretenden ser una alternativa democrática marchando junto a Cecilia Pando, Pampillón, Macri, Sanz, Carrió, Morales, Bullrich, y Alonso, auspiciada por los fondos buitre.
No hay peor ciego que el que se tapa los ojos en nombre del civismo.
Imagínense los destinos de los juicios por crímenes durante la dictadura con alguien como Romanín ejerciendo la porción de poder que el poderoso al que quiere agradar le conceda, si por poco le parece que lo de Nisman es la mayor tragedia patria.
Claro, Romanín y sus ocasionales comarchantes lo harán “sin identificaciones partidarias”. No aceptemos el supuesto sacrificio cívico: marchar “sin identificación partidaria” es, desde ya, una identificación partidaria, no con su propio partido, está claro, sino con aquellos con los que se quiere quedar bien y jurar lealtad de antemano.
“Cuenten conmigo” parecen decir a ya sabemos quienes.
Y marchan en silencio, porque no pueden abrir la boca a causa de los anfibios lacustres ingeridos.
Temo por los defendidos por Romanín si este abogado desconoce principios básicos del devenir judicial que por otro lado, reclama que se cumpla a rajatabla.