El pasillo está colmado de amigos del campeón. Pero no de esos que se acercan cuando huelen fama y dinero. Sino de los que no hicieron tiempo para pasar por sus humildes casas y cambiarse la ropa con la que recorren las calles recolectando basura, y se quedaron de pasada en el Once Unidos para ver el sexto intento mundialista del Mosquito. En el vestuario, emocionadísimo, está el nuevo rey minimosca de la FIB, cinturón que le ganó por puntos (12 rounds: 115-113, 116-112 y 113-115) al colombiano Carlos Támara. “Ya está, quería conseguir el título, no importaba cuándo, dónde ni cómo”, relató el Lazarte.
-¿Y ahora cómo sigue?
-Ni idea. Yo quería ser campeón del mundo y ya está. No pienso hablar más de retiro porque desde 1999 que lo vengo anunciando. No me importa la plata, la fama, nada. Mi sueño era que dijeran: “Lazarte, el campeón del mundo”.
Mientras tanto, su nuevo entrenador, Fernando Sosa, dice: “Ahora debe descansar. Pero esto recién empieza. Luís aún no dio ni el 30% de lo que puede”.
-¿Luís, qué cambiaste para que no te pasara lo de las cinco derrotas anteriores por el título?
-Estaba atado en el ring, me ponía nervioso. Y ante el primer problema, me iba, me ponía loco, entraba a tirar cabezazos, cualquier cosa. Y perdía. Esta vez trabajamos mucho en tener calma, que podía ganar si sólo pensaba en boxear. Creo que Támara se confió, no pensó que un tipo de 39 años le podía ganar. El es joven, gran boxeador. Pero era mi noche. Y cuando se quiso acordar ya era tarde porque yo lo fui llevando por delante y nunca paré de tirar golpes.
-No se notaron los 12 años de diferencia…
-Hace 22 años que trabajo en la recolección de basura. Me la pasé 11 corriendo atrás del camión y ahora de barrendero. Desde que apareció esta chance no tuve feriados, domingos, nada… Era la última. Y en pelea vi que cuando entraban las manos, no le gustaba. Y me fui agrandando.
-¿La pelea de tu vida?
-Sí, y la más difícil.
-¿Más que contra Pongs Sithkanongsak?
-Ja, ja… En Tailandia no me dejaron ni sacar la bata. ( NdeR: PKOT en el segundo round). Lo que pasa es que era ésta o nada. Ante mi gente, mi familia.
-¿Y ahora en qué está pensando el campeón?
-En que el cinturón va en la cintura, no en la cabeza. Vengo de la calle, dormí en la calle de chico, nunca me lo voy a olvidar. Pero Dios siempre te da chances. A mí, Héctor Dipilato, mi ex entrenador, me sacó de esa vida y me enseñó todo. Y ahora Sosa me convenció de que podía. ¿Qué más necesito? Nada.
(Fuente: Olé)