La vida de Gilles Gard no ha sido un camino de rosas. En 2001, este apasionado del enduro tuvo que dejar la moto temporalmente con 35 años para luchar contra el cáncer por primera vez. Cuatros años más tarde, se enfrentó de nuevo a la enfermedad, una leucemia, que combatió con el deporte como aliado: “Durante el tratamiento, se pasa varios periodos de un mes en una habitación estéril”, comenta Gilles. “Pedí que me trajeran una bicicleta estática con el fin de seguir con la actividad física y para que pasara el tiempo más rápido. Aportaba muchos beneficios para salir adelante. En 2004, parecía una revolución, pero ahora es un acompañamiento que cada vez se ofrece más en los hospitales”. Tras estos episodios dolorosos, el piloto galo convirtió el tiempo de recuperación también en acción, con el deseo de defender y ser portavoz del deporte como herramienta contra el cáncer. Mientras preparaba una operación para la recaudar fondos a través de un maratón televisivo en Francia, se encontró con David Frétigné. Hablando con su ilustre vecino, quedó convencido de que disputar el Dakar era un proyecto factible. Desde hace algunos días, la moto de Gilles se encuentra el buque que ha partido rumbo a Argentina.
Gilles ha pasado página al cáncer desde hace mucho tiempo y, además, ha recuperado una condición física excelente. Sin embargo, el Dakar representa tanto un reto como una oportunidad para transmitir un mensaje claro sobre la enfermedad: “Deseo mostrar que el cáncer se puede curar, que hay que luchar, creer que se puede sanar y hacer deporte, que mejora las posibilidades de curarse. Y luego se puede sacar lo mejor de uno mismo e incluso ser capaz de encarar una prueba deportiva como el Dakar. Al mismo tiempo, quiero ayudar a equipar algunos servicios de oncología de los hospitales de la región de Midi-Pyrénées con bicicletas para fisioterapia. En total 12 bicicletas, lo que supone un presupuesto de 12.000€, de las cuales 6 se destinaran al polo oncológico de Toulouse”.