Felicidad pura para Sergio Santos Hernández. Por muchos motivos. Porque volvió a ganar la LNB luego de seis años (la última vez había sido con Boca en el 2004), porque lo hizo en Peñarol y tras 16 temporadas de sequía, en un club donde se siente por demás cómodo, donde vive en la hermandad de una institución encabezada por Domingo Robles, que según él “redobla su optimismo”, y porque se tomó revancha de la final perdida antes el mismo rival, pero en el 2009. El DT, que puso al Milrayitas en la cima de la gloria, sintetizó su gran emoción al decir que “Peñarol ya está en mi corazón”. Un grande y es argentino.
Pero posterior a todos los festejos que se desataron dentro de la cancha y en los vestuarios, y con menos gente dentro del estadio, Oveja no dudó en reiterar que “nosotros ganamos dinero con esto, pero en realidad lo que te mueve es la pasión. Es como la gran verdad que decía Guillermo Francella en “El secreto de sus ojos”. La pasión es lo que te mueve, lo que te compromete, y mi mayor motor es mi familia. Cuando uno mira a sus hijos o a su esposa, siempre hace un esfuerzo más”.
“Y acá se multiplica, porque Peñarol es una gran familia, es un club chico-grande. Chico porque es un club de barrio, tiene la misma esencia que “Luna de Avellaneda” (film argentino), pero, si hoy (por el martes) había una cancha para 15.000 personas yo creo que se hubiera llenado igual. Hay momentos que salen hasta por debajo de las baldosas. Eso motiva para cualquier ser humano se comprometa más”.
Y no podía dejar de mencionar a los valuartes de este triunfo: Leonardo Gutiérrez, Sebastián Rodríguez y Martín Leiva. “Tato es el símbolo. El día que deje de jugar le van a tener que hacer una estatua. Después de Melanesio es el único caso de la Liga, con semejante continuidad. El lo estaba soñando desde hace años”
“Con Leo, o sobran o no alcanzan las palabras. Leo es increíble. Es tan bueno que en los momentos calientes dar su mejor versión. Eso lo hacen los grandes. Es uno de los mejores tres jugadores de la historia de la Liga Nacional de Básquet y el mejor de la última década”.
“Martín Leiva fue una gran apuesta de Peñarol, creyendo en lo que yo les decía. Porque yo ya lo había disfrutado dos años en Boca Juniors y ya sabía lo que era capaz de hacer”.
Con moño incluido terminó la temporada 2009/2010 del básquet argentino. Con todos los pergaminos habidos por haber, Sergio Hernández va a quedar como uno de los próceres más recordados en la historia Milrayitas. Un DT que llenó de copas las vitrinas de la calle Garay y que va por más en el Mundial de Turquía 2010.
Por Maximiliano Ibáñez
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